Reflexión en el año nuevo
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Ya,
por fin, ¡terminó el 2016!.
¡Se
acabó!
Celebro
cada nuevo año con alegría y esperanza. No importa que tan bien o mal me fue en
el anterior, el año nuevo siempre será mejor y si trae cambios en mi vida y mis
aspiraciones, ¡excelente! Lo triste, lo negativo, lo malo, el lastre de los
sucesos y el reflejo de los errores, quedan atrás. Lo incumplido, las
desilusiones y las decepciones, mueren con la última campanada.
Ante
la caótica situación que vive nuestro país y debido al terco empeño de los
gobernantes en no ofrecer soluciones prácticas y permanentes a los problemas,
siento que no tenemos otra forma de llegar o presionar al gobierno que
manifestar nuestro descontento de manera activa, permanente, constante y sin
ceder ante pequeñas modificaciones o trampas manipulativas, que son tan bien y
exitosamente usadas por los oficialistas. La calle, por tanto, es, la que
ofrece, a mi manera de ver, la salida más contundente. Sin más asuntos: opinión
comunitaria, breve, sustancial, consistente, expresada popularmente,
públicamente, constantemente, con movimientos de calle masivos y continuos por
todo el país, todo el tiempo. Exigencias naturales expresadas sin cansancio,
escasez denunciada incesantemente, ilegalidades y abusos hechos públicos
inmediatamente, a todo nivel. Incentivar el apoyo popular a los gestos
personales de rebeldía y coraje ante la imposición, la fuerza y la amenaza de
pérdida de la libertad.
La
racionalidad de nuestros argumentos, no llega a su destino, ni siquiera es
considerada. La meridiana claridad de las consecuencias de los errores
cometidos por el gobierno, solo son evidentes para unos pocos ciudadanos
opositores o no, pero que no tienen influencia alguna en las decisiones básicas
de la política gubernamental. Es obvio que ningún método probado por la lógica,
la práctica o la experimentación, va a resultar en presión o inteligencia
suficiente para el gobierno, antes, por el contrario, puede agravar las cosas.
Ciertamente,
un gobierno que se dice de inspiración popular y que se cree apoyado por el
pueblo, al fin y al cabo siente que su base está allí, en lo popular, en la
calle. Porque la calle es el gran rasero. Allí es donde de verdad somos todos
iguales. Todos por igual pateamos el mismo suelo al mismo momento. Todos
juntos, allí, nos sentimos fuerza brutal, descomunal, controlada más por
nuestra prudencia y respeto por las personas y las leyes, que por el miedo a
las amenazas y a las armas militares, policiales o milicianas. Eso lo sabe muy
bien el gobierno, por eso la calle es tan importante.
Nunca
habrán suficientes balas para acallar ni someter a un pueblo todo el tiempo.
Nunca el terror será tan grande que paralice la protesta. Jamás dejará de
existir la clandestinidad, mientras haya represión, opresión y sumisión
forzada.
La
segunda propuesta que mantengo para este 2017, es la de olvidarse de las
fuerzas armadas como institución de defensa de la Constitución y del Estado. Ya
no lo son, perdieron esa calidad, al igual que las otras instituciones señeras,
autónomas e independientes del país: CNE, TSJ, MP, BCV, etc. Son ahora un apéndice
más del aparato del estado socialista y como tales, no tienen ninguna autonomía
y no la desean. Son, sin embargo, cómplices primordiales en el mantenimiento
del "status quo" generado por el autocrático gobierno que se dice
democrático, pero que en realidad no lo es y se han convertido en una gavilla
abusadora, dominante, opresora y represora, que de forma cómplice permite a
algunos de sus miembros, beneficiarse económicamente a costas de la legalidad y
las buenas costumbres. Militares y
civiles no son una combinación factible, por definición son un contrasentido y
solo son compatibles con la dominación por uno y la sumisión del otro. Un
gobierno cívico-militar es lo mismo de absurdo que hablar de democracia con
presos políticos y anulación de elecciones constitucionales. Simplemente no es.
No sirve.
Así
pues, 2017 es calle y más calle. Elecciones, si las hay y no creer en pajaritos
preñados, diálogos con el gobierno ni en la seriedad protectora de las fuerzas
militares.