Ilusión
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La ilusión es parte importante de nuestra vida. De hecho no tener
ilusiones debe ser algo terrible. Mantenerse en un constante contacto con lo
concreto, ser pragmático y objetivo y no echar al vuelo la imaginación y no
desear metas de fantasía o realidad en apariencia inalcanzables, debe ser tan
estático, monocromático y desprovisto de emoción, como mirar la vida por un
tubo. En otras palabras, la alegría y las penas, la luz, el movimiento, la
energía, la esperanza y la fantasía, son el alimento básico de nuestra imaginación
y el motor de nuestros deseos e ilusiones, es de ahí de donde sacamos las
energías para esperar, luchar, mantener y reforzar nuestro espíritu y nuestras
creencias, así como inducirnos a luchar por lo que queremos, lo que creemos y
aquello que nos parece justo y adecuado. Una vida sin ilusiones es una vida
gris, mate, tosca, hueca, tiesa y oscura. Es una vida sin sombras ni
contrastes. Es la vida de quienes han perdido las esperanzas. Es la vida de
quienes ya no tienen el timón, de quienes se ven batuqueados y llevados por los
vientos que soplan, sin rumbo propio, sin pensar en el después.
Allí quieren llevarnos y a punto están de hacerlo. Poco falta para
que nuestras ilusiones de un país más brillante que el sol y más dinámico que
la energía del universo, se conviertan en la opaca cara de la luna, solo
iluminada, sin luz propia. Eso es lo que desean los gobernantes actuales de
esta tierra de gracia. Que no tengamos ilusiones, que vivamos solo aquello que
nos permiten vivir, que hagamos solo aquello que nos permiten hacer, que
comamos lo que nos den, que creamos solo lo que nos dicen que debemos creer y
que nuestras potencialidades se plieguen a las necesidades del partido, del
gobierno y de la camarilla de cómplices que diseñan, por incultura, desconocimiento,
envidia y falta de imaginación, un camino ciego, sin más retorno que el
carrusel de volver a empezar, una y otra vez, una y otra vez.
Hasta ahí nos han traído, pero está en nosotros mantener viva la
llama de nuestro espíritu, de nuestra energía y de nuestra esperanza. Hay que
mantener las ilusiones y crear muchas más. Pero no entregar esa tarea a otros,
es una tarea personal, igual para todos, que suma su valor individual al
colectivo cuando encuentra la identificación con otros. Me da igual quien lo
hace siempre que lo haga, me da igual quien me represente, siempre que lo haga
con probidad. Hay muchas ilusiones en juego en Venezuela y somos muchos los que
sentimos la cercanía de la penumbra.
Debemos fomentar la ilusión y la lucha por la claridad, la
brillantez de la verdad y de las acciones positivas para la nación. Plegarse a
arreglos que solo benefician al gobierno y perjudican en sus intereses
colectivos más preciados a la ciudadanía, es inaceptable. No hay diálogo cuando
privan la defensa de hechos anticonstitucionales, juicios amañados, presos de
conciencia, mentiras generadas para cubrir incapacidades y negligencias, además
de amenazas permanentes, manipulaciones mediáticas sobre la violencia que es
practicada de forma continua por el gobierno y acusaciones e insultos
personales e institucionales además de protección y engavetamiento de denuncias
y pruebas de corrupción.
Es esta la hora de estar en la calle, de defender y buscar lo que
nos corresponde. Ya no hay que seguir pidiendo ni esperar la concesión graciosa
de derechos que me pertenecen. No ya no. Es la hora de cumplir alguna de mis
ilusiones y de las tuyas.