Habremos revocado
Entre las muchas cosas positivas que debemos pensar y creer, están
aquellas que nos involucran como sociedad dinámica y con futuro, es decir,
sociedad esperanzada en ser mejor. Parece difícil pero en realidad no lo es. Si
pensamos que un nutrido grupo de humanos vela solo por sus intereses personales
y que algunos de esos intereses están representados en supuestas ideologías
políticas que, bajo la falsa premisa de ser beneficiosas para la gran mayoría,
construyen, sin embargo, regímenes político-administrativos verdaderamente
oligopólicos y, claramente, entienden la política y la administración pública
como una empresa personal o grupal, orientada hacia el beneficio de unos pocos,
los cómplices, y en perjuicio de los muchos que decían defender y apoyar.
Tergiversación cínica y maligna de la empatía y de la generosidad
tantas veces dicha y, evidentemente, tan escasamente practicada.
Bien, pues eso está pasando
en esta tierra de gracia.
Los actuales mandamases, agavillados cómplices de un estado de
dominación creciente y descarnado que no admite disenso ni crítica, han
cambiado el interés del pueblo por su propio bienestar, por el interés de ellos
mismos, haciéndole creer al poco ilustrado y muy inocente pueblo, que en su
interés y beneficio, luchan contra la supuesta burguesía que los mantiene
oprimidos. El pueblo se ha dado cuenta, palpablemente, de que se les miente, se
les engaña y la destrucción del aparato productivo ha sido más responsabilidad
del socialismo castrista preconizado por los chavistas, post-chavistas y
marxistas trasnochados y estáticos, que por los empresarios venezolanos.
Ese aclaramiento del panorama íntimo político de cada quien en
Venezuela, ha traído como consecuencia la solicitud del revocatorio del mandato
del actual Presidente. Solicitud reiterada mil veces y refrendada por todas las
encuestas políticas, además de la ratificación del 1% de las firmas, entorpecidas,
manipuladas y, probablemente, hasta adulteradas, por influencia directa o
indirecta del partido de gobierno y con la anuencia, evidente, del CNE.
Que eso es así, lo prueba que la Sra. Tibisay tuviera el tupé de
decir que la MUD forjó, falsificó o suplantó personas en la ratificación. Y
nosotros, incluso aquellos que tuvimos que viajar más de 200 Km para ratificar
las firmas, nos preguntamos, si no sería más bien una labor de zapa urdida por
los oficialistas para descalificar y eventualmente, anular judicialmente a la
oposición —tal y como están proponiendo algunos personajes del oficialismo—.
Nada de extrañar cuando hemos tenido que convivir como ciudadanos con absurdos
jurídicos sin otra explicación que el odio o la conveniencia política, como ha
sido el caso de Leopoldo López y el de Antonio Ledezma, por nombrar los más
sonados.
La cantinflérica rueda de prensa sin preguntas ni diálogo posible,
ilustra la situación diáfanamente: no había argumentos para defender tan
ignominiosa diatriba en contra de la democracia, la Constitución venezolana y
la mayoría del pueblo venezolano.
¿Qué haremos ahora? Es la pregunta lógica y la única respuesta
decente, positiva y esperanzadora es seguir adelante, sin arreglos ni
cortapisas, retorciéndonos las veces que haga falta, con lágrimas de rabia e
impotencia, con la mano cerrada y marchando de forma continua, perseverando en
nuestra decisión de revocar el mandato del Presidente y aguantando el chaparrón
de descalificaciones y ataques de todo tipo. Siempre con una única respuesta:
marchando, en la calle, diciéndolo a todos, decididos a llegar hasta el final y
dispuestos a sufrir las consecuencias de esa decisión, ante la arbitrariedad,
despotismo e injusticia del aparato oficial.
El resultado lo conocemos todos, de hecho, como en la gramática,
el verbo revocar lo estamos conjugando en futuro compuesto o perfecto, como lo
quieran llamar. A pesar de los pesares, ya, hoy, está revocado, en su momento,
cuando sea, lo habremos revocado. Gramática positiva. Pensamiento positivo.