Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 13 de agosto de 2016

¿Arco Minero, arco de triunfo? (II)



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(Artículo de opinión publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/opinion/Arco-Minero-arco-triunfo-II_0_901709962.html), el sábado 13 de agosto de 2016)
En esta segunda entrega de mi apreciación de los efectos de las acciones de los humanos sobre la ecología, en todos sus niveles, me ocuparé de las corporaciones privadas.
Ya hablamos de las responsabilidades individuales y del daño o maltrato a las sociedades y nos centrábamos en los terroristas, como epítome de tal aberración conductual. Hoy, también hablaremos de las mismas responsabilidades individuales, de aquellos que permiten, encubren o se hacen la vista gorda y los oídos sordos y, a través de sus cargos en muy poderosas y conocidas empresas locales o internacionales, evaden las leyes y por ende la responsabilidad que, en justicia, deben afrontar.
En una breve pero intensa búsqueda por internet, aparecieron tal cantidad de empresas y personajes responsables de hechos punibles contra el ambiente y las personas que, los terroristas mencionados antes, resultan ingenuos querubines en cuanto a la sevicia y manipulación del maltrato de que fueron capaces.
Algunos ejemplos son demostrativos de lo dicho, aunque no sean los peores: las “donaciones” de productos farmacéuticos a países que estuvieron en conflicto o ruina, como el caso de Bosnia, donde los medicamentos donados estaban vencidos y, además, los bosnios tuvieron que pagar fortunas para disponer sanitariamente de ellos y no perjudicar la población. Alguien, en alguna compañía farmacéutica importante había “descubierto” que donando masivamente sus productos vencidos, se quitaban de encima el problema de almacenaje y destrucción, sin importarles quienes recibirían esos desechos. Causaron así un beneficio a su corporación y un perjuicio de salud y económico severo al país receptor.
Finalmente, la Organización Mundial de la Salud y otras once instituciones internacionales, tuvieron que emitir una guía de donaciones de medicamentos para acabar con esa práctica. Tales donaciones no trajeron consecuencias ni al autor creador del disparate ni a la corporación que limpió sus almacenes.
En otro orden de asuntos, e igualmente terrible, se encuentran los ecocidios llevados a cabo con plena conciencia y abyecto interés, por parte de las compañías productoras de papel y la tala de arboles y destrucción de bosques en el amazonas y otros lugares. Más llamativos aún, son los actos referidos a las corporaciones mineras de todo tipo y principalmente de las petroleras.
El caso de las comunidades indígenas ecuatorianas que demandaron colectivamente a la compañía Chevron (dueña de Texaco, que explotó el petróleo en Ecuador en las décadas del sesenta y setenta), por haber maltratado sus tierras con derrames de petróleo y acciones destructivas, que las dejaron casi inútiles para la agricultura, la caza y la pesca amazónica tradicional. Por 9 mil millones de dólares demandaron los indígenas a Chevron y en septiembre de 2015 ganaron la demanda en Canadá. Tendrán ahora que ponerse de acuerdo para que, con los activos de la petrolera, se compense económicamente a los demandantes, después de más de cuarenta años.
La justicia llega, tarde y enrevesada, a veces, pero llega y cada vez lo hará antes, pues hoy está claro que los desastres contra el planeta y la humanidad, al final, ni prescriben ni son solo juzgables en el lugar donde ocurrieron. Canadá le brindará a esos seres maltratados una compensación merecida y a la humanidad un aviso de que para los ecocidas, no hay donde esconderse, ni les protegerá la corporación.
Al final, las responsabilidades serán, como debe ser, individuales y será motivo de auto crítica y transparencia social, legal y económica, que cada una de esas empresas y sus accionistas, enterados del desastre que cohonestaron, busquen y castiguen con la ley, como debe ser, al administrador culpable que generó tal desafuero y también reconozcan, a su vez, su complicidad .

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Médico psiquiatra en ejercicio