Desbarajuste
(Artículo
de opinión publicado en el diario El Nacional, (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/Desbarajuste_0_866913406.html)
el viernes 17 de junio de 2016).
Siento que el gobierno de
Venezuela es desordenado, mentiroso, jaquetón y se ha hecho la vista gorda con
la corrupción y los derechos civiles, incluyendo la propiedad privada y la
protección del individuo por las fuerzas del orden. Además, en los últimos dos
años, la situación ha empeorado por causa del irrespeto a la voluntad de los
electores, y la negligencia en el manejo de las funciones básicas de la
administración de bienes y servicios y de la justicia.
Nuestros problemas más acuciantes
son: la agravación continuada de la incapacidad para conducir la economía del
país, estabilizar el tipo de cambio y mantener y mejorar el poder adquisitivo
de la moneda; la larga lista de desafueros, forjamientos y argucias, cometidos
por el gobierno en contra de las personas, como L. López, A. Ledezma y otros presos
políticos; las carencias de medicinas, alimentos, productos de higiene y
limpieza, repuestos y, últimamente, también hemos tenido que vivir la escasez
de médicos especialistas y de centros de atención hospitalaria adecuados; la
falta de empleos suficientes y con remuneración adecuada; la informalidad
comercial que ahoga al comercio de alimentos y productos para el hogar (el
bachaqueo es una necesidad surgida de las carencias y agravada por la actitud
excluyente y sectaria del gobierno); el manejo hegemónico y manipulador de los
poderes del Estado; la falta de reconocimiento de las decisiones electorales
del 6D y la manipulación de la paz ciudadana a fin de establecer un control
despótico y dictatorial comunista, definitivo.
Esa lista de problemas conforma una
situación que en varias oportunidades hemos definido como caótica, grave y
progresiva, para la cual no hemos visto ningún indicio de solución, por el
contrario, la actitud oficial la ha agravado.
Para muestra redundante, baste
recordar los recientes sucesos de Cariaco y Cumaná. En esas localidades las
carencias de todo tipo han sido la regla en las últimas semanas y la respuesta
del gobierno fue agravar la situación, cerrando las vías de acceso. Además,
algunos alcaldes se han negado a dar las bolsas de comida CLAP a quienes no
“están con la revolución”, es decir, a los escuálidos. Situación indignante,
injusta, humillante y generadora de estados de irritación que, como supimos,
llevaron al caos a la población de Cariaco, que reclamaba alimentos y fue
brutalmente reprimida por fuerzas del orden público y militar, armadas con
armas de guerra y en estado de igual caos –léase, desorden. Tres días después
en Cumaná se alborota la población, comienza un desorden público que es
aprovechado por desaprensivos y delincuentes, y se desata un desbarajuste que
dura más de 8 horas y deja como saldo, muertos, heridos y destrozos de bienes y
casas de comercio de todo tipo, que es probable no tengan ni reparación, ni
compensación, pues el gobierno, quebrado como está y la situación tan grave que
estamos viviendo, llevará a esos comerciantes a abandonar, a huir y a la rabia.
Pero el pueblo tendrá menos comercios y con menos cosas o alimentos que comprar
y ese círculo vicioso, será interminable.
Cumaná y Cariaco, son dos
ejemplos de lo que está pasando. Hay muchos otros pueblos y ciudades en
situación similar o peor. El denominador común es el desbarajuste de un pueblo
con hambre y unas fuerzas del orden con temor y falta de dirección adecuada y
sentido de su función, que están siendo utilizadas en contra de las víctimas
del desorden oficial, el pueblo.
El gobierno, simple y llanamente
no sirve, no puede controlar el caos que generó y el tren ejecutivo, en lugar
de buscar la paz y la armonía, incita a la confrontación, la desigualdad y la
rabia. De eso se aprovecharán muchos desaprensivos y malandros, que, por
cierto, también votan, tienen hambre y necesitan medicinas.