Las trampas
(Artículo de opinión
publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/trampas_0_850715060.html),
el viernes 20 de mayo de 2016).
En Venezuela continuamos viviendo
una etapa dramática que debido a la incapacidad de los gobernantes, no puede
presentarse menos tétrica. La lista de desastres, carencias y
desafueros de todo tipo, es interminable. Desde linchamientos populares hasta
forjamiento de delitos, desde declaraciones falaces sobre disponibilidad de
alimentos, medicinas, dólares y respeto a los derechos individuales y
colectivos, hasta desconocimiento de la manifestación electoral del pueblo en la
elección de la actual asamblea; pasando por detenciones y juicios
arbitrarios, saqueos, corrupción, chantajes oficializados, malnutrición,
repunte de enfermedades infecciosas y retorno de causas de mortalidad infantil
y de adultos, ya superadas.
Es increíble que unos jueces
elegidos a dedo y sin las calificaciones y condiciones exigidas para el cargo
respectivo en el Tribunal Supremo de Justicia, tengan, por obsecuencia, más
poder que las decisiones tomadas por la Asamblea Nacional; tan inconcebible
como que el Presidente de la República pretenda gobernar de forma absolutista,
sin Asamblea y soslayando la Constitución en asuntos tan vitales como su
permanencia en el cargo y la justa y necesaria calibración de su gestión y la
de sus ministros. Pero más grave aún es, que las fuerzas armadas, supuestos
garantes de la aplicación y respeto a la Constitución y que, además, son los
únicos autorizados para el despliegue y uso de las armas de cualquier tipo,
sean utilizados como brazo ejecutor de una política de represión del desencanto
popular y también para el exterminio de criminales, sin juicio y sin las
mínimas garantías que corresponden a la
vida de cualquier ser humano, sea o no un ciudadano ejemplar.
Las faltas de respeto al
ciudadano y el desprecio por su salud, su seguridad, su elección electoral y
sus representantes ya elegidos, son la orden del día.
El modus operandi del gobierno es
a través de artimañas disfrazadas de situaciones, que al final terminan
teniendo la solución artera, tergiversada y tramposa que ellos pretendían y
habían disimulado. Un buen ejemplo es no permitir la obtención de materia
prima, por la razón que sea y luego apropiarse de las plantas industriales
detenidas en su producción. Otro mecanismo tramposo es aprobar divisas,
solicitar el depósito de la contraparte en bolívares en bancos del estado,
abrir cartas de crédito meses después, y no poder obtener los bienes comprados,
porque las cartas de crédito no son honradas por los bancos receptores. Pero…
“las divisas fueron autorizadas”.
Al final las trampas salen. Todas
se descubren. Mas tarde o más temprano. Ya eso lo sabemos. Lo hemos visto
suceder mil veces. Lo seguiremos viendo. Veremos también que los tramposos se
entrampen a sí mismos, que es lo que suele pasar. ¿Qué trampa le habrán tendido
a Fulano sus propios cómplices? ¿Y él, a quiénes ha entrampado?
Ese es el asunto. Un círculo
vicioso del cual es muy difícil salir.
Hemos oído hasta la saciedad que
el que hace la ley, hace la trampa, y ahora, por arte desconocido y muy
amañado, estamos viendo que quienes hacen las trampas también hacen las leyes y
quienes deberían hacer las leyes están, como estamos todos, entrampados.
Por el momento parece que la
solución más evidente es esperar que los tramposos se entrampen entre ellos, se
vaporicen y se destruyan en su codicia y su irrespeto.