Hace 48 años
(Artículo
de opinión publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/Hace-anos_0_841715936.html),
el viernes 6 de mayo de 2016)
En 1968, tal día como hoy, hubo
en París una marcha de protesta que terminó en enfrentamiento entre estudiantes,
profesores y la policía que había tomado las instalaciones de la
Universidad de París. Hubo muchos heridos y detenidos.
La protesta
se extendió rápidamente. Al día siguiente, otros estudiantes, incluyendo los de
bachillerato y grupos de obreros, se reunieron en el Arco del Triunfo y desde
allí expresaron sus requerimientos para volver a la normalidad,
que el gobierno aceptó.
Creyendo en las promesas
gubernamentales, los estudiantes regresaron a sus centros de estudio, para
enterarse luego que estos seguían tomados por la policía y las cosas no habían
cambiado. La desilusión y desagrado dio paso a la ira y a la protesta masiva en
contra del gobierno. Las cosas se fueron enredando y agravando de tal forma que
surgieron por toda Francia comités de obreros y de estudiantes y el día 13 hubo
una huelga general y un millón de personas marcharon por las calles de París.
El gobierno cedió, liberó los
detenidos por la protesta y retiró la policía de la Universidad de
París.
La cuestión no terminó allí, se
desató una ola de indignación nacional que llevó a tomas de empresas y fábricas
y a un desarreglo brutal de la economía. 200.000 obreros fueron a la huelga el 17; dos millones el 18 y en los siguientes días
llegaron a 10 millones. Esos huelguistas no estaban siendo coordinados por los
sindicatos ni por sus asociaciones de obreros. Había sido un acto de
espontaneidad generado por la indignación.
En los días siguientes siguieron
las protestas y las negociaciones. Hubo varios logros importantes de tipo
social y económico para los obreros. El gobierno se tambaleó y por momentos
pensaron que caerían, tanto, que el Presidente De Gaulle se fue del país, con
la excusa de que no podía permitir que si atacaban al palacio presidencial, su
defensa causaría heridos y muertos. Estuvo horas fuera y cuando regresó amenazó
con la fuerza militar e hizo desfilar a sus partidarios y, finalmente, disolvió
la Asamblea y convocó nuevas elecciones. Toda una historia, que brevemente
reseñada apenas pinta la tragedia que estuvo a punto de ocurrir en Francia.
“Prohibido olvidar” fue el más repetido mensaje.
Pero es que no es solo Francia la
que puede reaccionar ante la indignación y la impotencia cuando quienes
detentan el poder no toman en consideración al pueblo en sus sentimientos,
necesidades y dignidad. No se puede llevar al extremo la paciencia ni la
tolerancia de la gente. Es inicuo y muy peligroso.
Las fuerzas desatadas de la ira pueden ser incontrolables y si lo fueran, el
costo en vidas, heridos e inválidos es inaceptable, además de la destrucción
material de los bienes de los ciudadanos y de la nación.
El gobierno debe darse cuenta de
que está jugando un juego peligroso y maligno que parte del desprecio por la
decisión electoral popular y termina en el uso artero, manipulado e injusto de
las instituciones nacionales dependientes de la constitución y no del poder
adquirido por el voto, como son las Fuerzas Armadas, el Tribunal Supremo de Justicia,
el Consejo Nacional Electoral y el Ministerio Público.
Aquí no tenemos, contrario a lo
que piensa el gobierno, tendencias pendencieras ni queremos la destrucción de
las instituciones ni del hilo constitucional, pero no lo soportaremos tampoco
como acción de quienes tienen la obligación de defender y hacer cumplir la
Constitución. Empezando por el Presidente y continuando con los militares, los
jueces, los fiscales y, finalmente, todos aquellos que se presten para
componendas, tergiversaciones, mentiras, inatención al ciudadano y desprecio de
las decisiones de la Asamblea Nacional.
Hoy recordamos. No hemos
olvidado.