Inflamación
(Artículo de opinión publicado en el diario El
Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/Inflamacion_0_825517554.html),
el viernes 8 de abril de 2016)
Muchas de las palabras que utilizamos para describir los
efectos de las circunstancias adversas y nocivas sobre el cuerpo humano, son
aplicables a las sociedades. Las sociedades actúan como un todo, como un
conjunto armónico bien delimitado, son un organismo tan complejo como nuestro
cuerpo.
En Venezuela padecemos en este momento de un cuadro clínico
de tipo inflamatorio que se agrava paulatinamente y que no cede a las
terapéuticas usuales ya probadas por el tiempo y las experiencias, como son los
llamados a la reconciliación, la amnistía, las ofertas de paz y de orden y
concierto en las cuestiones sociales tanto de protesta como de propuestas
positivas de cambio y evolución.
Organismos, como la Asamblea Nacional, se están malogrando
en su desempeño y otros, como el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo
Nacional Electoral se crecen a alturas de vértigo sin mirar para atrás y sin
consideración alguna de su origen y función primordial, interpretando la
Constitución a su antojo y conveniencia y sin interés alguno en funcionar de
forma orquestada con el resto de los poderes. Algunos individuos, como los
líderes naturales de la oposición, se enmohecen en su forzada inacción y otros,
de aparición reciente o futura, sufren de persecución y sus colaboradores
tienen miedo.
La sociedad se está enardeciendo lentamente, rítmicamente,
casi imperceptiblemente, fatalmente. Detener ese proceso inflamatorio requiere
de voluntad gubernamental, autoridad y poder orientados al bienestar y el
desarrollo de la sociedad y de una estatura moral de los ejecutantes que
atraiga la admiración, el respeto y la necesidad de imitarles por parte del
pueblo, es decir de la sociedad enferma, que está muy inflamada y padece dolor,
se siente exhausta del calor y sin agua para refrescarse, y resentida y harta
de carencias, sufrimientos y falta de expectativas positivas, atractivas y
buenas.
No hay suficientes medicamentos ni insumos médicos y
quirúrgicos. Faltan hasta los sueros. Pronto seremos una sociedad con una carga
inmensa de enfermos dañados irremediablemente por no tener los tratamientos a
tiempo ni de forma constante. 85% de carencia de fármacos es, simplemente, una
barbaridad que, como ejemplo del problema, pinta crudamente la debacle
sanitaria.
No sé si estamos a tiempo o no para detener ese proceso
inflamatorio. Ojalá que sí. Pero, en todo caso, lo más grave es que los
gobernantes o el gobernante actual, aunque no son ciegos, ni sordos, sin
embargo piensan que todo va bien y por buen camino, pero para quienes sabemos
de inflamación en medicina y en la sociedad, la suerte está echada y el camino
que estamos andando no es el de la recuperación, es, por el contrario, el de la
agravación fatal e irremediable.
El gobierno debe hacer algún tipo de acción
antiinflamatoria efectiva, ya.