Y ahora, le tocó a Evo.
(Artículo de opinión
publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/ahora-toco-Evo_0_800320062.html),
el viernes 26 de febrero de 2016)
Era previsible que Bolivia negara a Evo la
posibilidad de optar a una nueva elección presidencial.
Siguen siendo previsibles los próximos
fracasos electorales de las fuerzas que por un momento hicieron historia en
Latinoamérica bajo el epígrafe de “Socialismo del siglo XXI”. Sea lo que fuere
que esa frase significó para muchos, lo cierto es que se está convirtiendo en
un dicho sin sentido, en una frase más de esas que no dicen nada y que, si en
su momento llenó aspiraciones, ilusiones y generó controversias políticas e
ideológicas, en este instante ya no llena a nadie y tampoco hay quienes puedan
describir su relevancia actual.
Ese movimiento social que se generó en los
90 y culminó en el inicio del siglo XXI, se quedó allí. No prosperó. De su seno
salieron figuras de relevancia mediática extraordinaria, planteamientos socio
culturales estrambóticos, políticas económicas y sociales altisonantes,
agresivas e iconoclastas. Las sociedades tradicionales de los países Latinoamericanos
se vieron al borde de la destrucción y las normas e incipientes tradiciones
socio culturales y políticas que se esbozaban en nuestros países, cuestionadas, demonizadas y
algunos de sus representantes vilipendiados, encarcelados, arruinados y
execrados de la interacción social y política.
La corrupción cambió de nombres y de
cantidades. Jamás se habían visto cifras de corrupción tan elevadas como las
que vemos a cada momento y, lo que es más grave, la proporción de esas cifras
respecto de las necesidades reales de la nación que alberga a los corruptos es
de una envergadura tal, que ni el más obsceno y vulgar epíteto, podría dibujar
semejante desaguisado.
El tráfico de influencias, las opiniones
particulares sin bases científicas, las decisiones unilaterales con descuido de
su repercusión y la creencia personal de ser ungidos por una especie de poder
divino y tener derechos especiales con habilidades únicas, pudieron ser de
mucha influencia en un momento dado, pero ya no. Sistemáticamente van cayendo
de su autoerigido pedestal y paulatinamente nos acercamos más a las verdades
que siempre estuvieron y no quisimos ver. El voto popular es el verdadero
rector de nuestro futuro, no los iluminados que se niegan a reconocer que lo
importante es abrir caminos e incitar al pueblo a transitarlos con autonomía,
respeto e independencia de ideologías constriñentes y trasnochadas que conducen
a hechos de maltrato, corrupción, exclusión y personalismos.
Bien hecho, Bolivia. En América nos
merecemos una nación como la vuestra, sin dobleces.
En Venezuela también dio el pueblo una
manifestación clarísima y contundente de lo que desea y de lo que no quiere
seguir padeciendo. Los gobernantes no han aceptado esa manifestación electoral
de definición política y están jugando un juego demoníaco de desacato y
agresión contra la Asamblea Nacional. No sabemos cual va a ser el resultado
inmediato, pero es obvio que el pueblo no está contento con el gobierno y menos
con esa actitud. Y, si hoy le pedimos al
gobierno que acate, como debe ser, la Asamblea Nacional elegida por el pueblo,
también le pedimos a Evo que acate, a su vez, el mandato de su pueblo y no
intente recurrir a alguna argucia política que disimule su falta de respeto al
NO de la reelección.