Reflexión de año nuevo
(Artículo de opinión
publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/opinion/Reflexion-Ano-Nuevo_0_766723363.html),
el viernes 1 de enero de 2016)
Todo comienzo viene preñado de esperanza. Luego,
en el camino se gesta, como debe ser, el resultado del esfuerzo que pongamos en
ese vivir que con tanta ilusión iniciamos.
El año nuevo es una fuente universal de esperanzas.
Hasta quienes han hecho de su vida una derrota continua, llegan a pensar que el
nuevo año será distinto y que ¡Dios les oiga!
2016, no será diferente, nuestra esperanza
está puesta en el futuro que seguro conquistaremos con el trabajo, dedicación, buena
y sana intención y la infinita paciencia que pedimos al altísimo nos conceda,
para conseguir una nación que llene nuestras más queridas aspiraciones y brinde
la mayor suma de felicidad, seguridad y paz, al pueblo y a nosotros.
Sacrificios tendremos que hacer. Algunos de
ellos dolorosos y peligrosos para nuestra salud física y mental: como vivir en
ausencia de medicamentos anticonvulsivantes, psicotrópicos, colirios,
antibióticos y otros tan simples y necesarios como pastillas para la tensión arterial
y la diabetes.
También seguirán faltando los bombillos, a
oscuras será más romántico el atardecer, pero la necesidad de “Luz, más luz”
como exclamaba Goethe, seguirá acicateando a la humanidad y la oscuridad,
además de mala consejera y guarida protectora de malandraje, también es y
seguirá siendo origen de temores y fantasías amenazantes.
Faltan repuestos para máquinas y artefactos
eléctricos y los cementerios de cacharros, incluyendo autos, camiones y
autobuses, ya son notorios.
Obviamente, siempre habrá algo de comer en
este país, aunque sea un cambur o un mango, pero la posibilidad de escogencia
se ha minimizado de tal manera, que comer siempre lo mismo tampoco es opción,
pues ni eso tiene continuidad. “Lo mismo”, se acabó. Lo que hay, priva en todo
sentido y lo que hay es poco.
El café, que ha marcado el temperamento del
venezolano por tantos siglos y forma parte de su horario diurno y hasta
nocturno, ya no lo es más. Salvo raras ocasiones, un cafecito ya no es una
cortesía natural y espontánea, es, en cambio, una revelación de la manipulación
bachaquera más descarada.
El entretenimiento se ha venido agotando y
pronto será recuerdo del pasado ir al parque, caminar agarrados de la mano,
trotar en la penumbra de la madrugada o de la tarde. Comer en restaurantes y
deleitarnos con platillos tradicionales.
No hay dólares excepto para los corruptos que
siguen medrando millones a nuestras costillas. Tantos, que no quedan ni para
traer libros, revistas y otras publicaciones que transmitan conocimientos y
arte.
Pero, como decía al principio, nuestra
esperanza está puesta en el futuro que alcanzaremos con el esfuerzo y
dedicación que pondremos en vivir con alegría y decisión en este país de tantas
carencias hoy y tanta expectativa para mañana.
Hoy no hablé de política ni de políticos, eso
también escasea. Esperamos, en cambio, con ansiedad y anhelo el resultado de
una Asamblea Nacional diferente, que ya nos encargamos de cambiar.
¡Feliz año nuevo a todos, sin excepción!