Pensamientos confusos
(Artículo de opinión
publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/Pensamientos-confusos_0_682731857.html),
el viernes 14 de agosto de 2015)
La situación política, social y económica, que estamos viviendo, se
caracteriza por ser confusa. Ni el gobierno ni la oposición tienen claro el
panorama, pero tampoco los indecisos ni los abstraídos o desentendidos. Nadie
tiene la más remota idea de qué va a pasar, ni cómo va a suceder. Estamos en lo
que se podría llamar una anhelada fantasía.
Cada facción tiene sus anhelos y sus fantasías, todas arrogantes,
triunfalistas y básicamente desprendidas de las realidades que nos acosan cada
minuto.
Es terrible ver como los mecanismos electorales creados por el gobierno
y por la oposición, como el Polo Patriótico y la MUD, se desprenden de sus
supuestos compromisos con la sinceridad, la solidaridad, la lealtad y el bien
común, y se adentran en la manipulación, el compadrismo, las cuotas de poder y
la simulación de liderazgos locales para justificar propósitos únicamente
electorales. Por supuesto que esos mecanismos, de tanto repetirse, elección
tras elección, terminan siendo vistos con naturalidad y hasta aceptados por el
común de los ciudadanos, que entre confusión y manipulación, no sabemos ya, a
ciencia cierta, qué es verdad, qué es correcto, qué es bueno, qué es útil para
todos. Pecamos por ingenuos y nos arropan como a desamparados. Tal es el
resultado de las acciones planificadas como supuestas estrategias electorales
para contrarrestar a los contendores. Impera pues la confusión. La discusión
termina siendo sobre cual es el candidato o la lista por la que votaremos y
olvidamos, en ese camino de decisión manipulada, cómo llegaron esos nombres
allí, a esa lista y por qué.
La suerte está echada, debemos jugar el juego que decidimos jugar y que
nos impulsan a jugar. El juego legitimador de la más elaborada trampa jamás
planteada a sociedad alguna. Las movilizaciones de votantes, los diseños de
circuitos electorales, las injustas cuotas de diputados por entidades
municipales y estadales, así como la desproporción viciosa y obscena del peso
específico de cada voto emitido, llevan a la conclusión de que sólo votando y
votando, podremos en algún momento demostrar fehacientemente la trampa, el
montaje malhadado que los gobernantes decidieron armar para tapar sus
ambiciones, trapacerías, complicidades y falta de respeto por los ciudadanos.
Es decir, debemos caer en la trampa para demostrar el fraude. Eso, puede
decirse, es lo único claro en todo este enredo y confusión.
Algún día seremos una sociedad cohesionada, en la cual el respeto mutuo
y la comunidad de intereses priven sobre los intereses individuales, y el
servicio público, representado por los políticos, será dedicado y transparente,
pero también nuestro reconocimiento será agradecido y manifiesto. Nuestros
votos les acompañarán y sus éxitos nos complacerán.
Largo es el camino por recorrer. Apenas comenzamos y lo hacemos
separando, con nuestro sacrificio de votantes engañados, lo artero de lo bueno,
lo falso de lo honesto.
A votar pues, para desenmascarar las trampas.