Ciegos, sordos, mudos y …
Los famosos tres monitos, aquellos que se tapan los ojos, la boca y los
oídos, para no ver, no hablar y no oír, son solamente una caricatura parcial de
la vida política de los venezolanos. La realidad es que el gobierno se ha
valido de su poder y su fuerza represiva para lograr que una enorme cantidad de
ciudadanos no miren lo que ven, no escuchen lo que oyen y no digan lo que
piensan. Por supuesto, todavía no han podido instalar en la vida nacional el
que sería el cuarto monito, el de no hacer o no actuar. Pero está clarísimo que
van camino de imponerlo.
El actuar de acuerdo con nuestras conciencias y deseos es una
prerrogativa, un derecho inalienable, en principio, claro está. Pero hasta los
derechos de hacer lo que nos parece correcto y apropiado cuenta con una crítica
mordaz y demostradora de la intolerancia gubernamental. Así pues, nos están
preparando una celada más.
¿Cuál? No lo sé, pero tiene que ver con la máxima expresión, con el
acto más definitivo dentro de la política, con el hacer lo que sentimos
necesario: votar.
Sí, a las elecciones del próximo diciembre llegaremos mudos, sin haber
visto a nuestros candidatos y sin haberlos oído lo suficiente y cuando
depositemos nuestro voto, si es que tal cosa sigue siendo posible, no habrá
quien verifique, supervise y testifique con la independencia, distancia y
objetividad suficiente. Como las que puedan enarbolar organizaciones
internacionales como la OEA o la Unión Europea, por ejemplo.
El gobierno no solo ha descalificado a la OEA, entre otras cosas por
haber recibido el Secretario General a Henrique Capriles, también ha
descalificado a cuantas organizaciones, parlamentos, asambleas, etc., han
mostrado interés en venir a presenciar en calidad de observadores las
elecciones en Venezuela. Además, todos hemos sido testigos de cómo senadores de
países como Brasil y España han sido mal recibidos y descalificados.
No hay ni habrán observadores extranjeros respetables aceptables para
el gobierno venezolano, pero a algunos tarifados, previamente ilustrados y
suficientemente amañados, si los traerán y ya sabemos lo que dirán.
Ese panorama de coartación de expresión política tan severo se irá
agravando con los días. Las inhabilitaciones, carcelazos, descalificaciones,
acusaciones y agresiones de otro orden, serán la regla y la única forma de defensa
de este régimen caduco, desprestigiado, destructor, desordenado, represor y
moribundo.
No hay y no habrá debate político en este país, no hay contendores para
ello. Hay solo una carrera con obstáculos para unos y en bajada para
otros. Pero debemos actuar, debemos
votar aún contra todos los pronósticos y posibilidades, por que allí está la
única clave posible: la avalancha de votos decididos, la indiscutible mayoría
demostrando que aunque traten de privarnos de la posibilidad de hacerlo, lo
haremos, actuaremos, votaremos.