Con ella o sin ella
Sí señor, así es, con ella o sin
ella, con la mesa o sin la mesa. Lo importante es estar claros en que el país
está hecho un desastre. Se derrumba todo, desde las instituciones hasta la
moral de los anteriormente exaltados por la supuesta revolución, que terminó siendo un
embaucamiento multitudinario practicado por unos pocos entusiasmados que con
frenesí pretendieron imponerle al país modos políticos, económicos, judiciales
y sociales, anacrónicos e injustos.
Tristemente tuvieron que suceder
las injusticias de las que hemos sido testigos, las represiones y agresiones
mordaces a las que se ha sometido a los disidentes. El encarcelamiento de
algunos líderes políticos, el estrangulamiento delos medios de información de
todo tipo y los juicios apresurados de parte de las más altas autoridades
judiciales, quienes, en su afán de complacer, primero al finado líder omega y ahora, al beta y al sigma de la
manada, han sido capaces de adelantar opinión en juicios a través del infame
acto de sentenciar sin haber realizado juicio alguno; junto con el muy incapaz
manejo de la economía del país y la abrumadora carencia de bienes para producción
y mantenimiento industrial y de alimentos, medicinas y servicios a la salud. Para que la población, muestre
su apoyo mayoritario a aquellos venezolanos que lo han tratado de
capitalizar a través de su posición política y su sacrificio personal y familiar, y también a aquellos que sin
estar presos manifiestan su deseo de liderar de forma integral e inclusiva el
cambio de este país, que es, sin duda, la salida de este derrumbe extenuante
que nos mantiene en vilo y vulnera nuestras esperanzas por un futuro más
adecuado y remunerador para nosotros y nuestros hijos, nietos y las mil
generaciones por venir.
El ejemplo de las esposas,
madres y padres de los presos políticos ha sido un factor determinante en la
generación de la actitud que vivimos el 30 de mayo en las calles de toda
Venezuela y de muchas partes del mundo. No es casualidad la presencia de tantas
personas. Por fin entendimos que se puede tener presencia, que no hay que ir a
hacer cosas por hacer algo, ni que ir a
pelear, hay que mostrar la fuerza y la fuerza no es solo las armas, la fuerza
es la actitud de la gente, su determinación, su presencia, su constancia.
Gandhi lo dijo muchas veces y estuvo preso por ello, al final prevaleció su
actitud de no violencia y de estar allí, presente, con valentía, sin miedo, con
decisión y constancia. No hay un reto más serio y contundente para un dictador
y su estamento dictatorial, que la serenidad de los oponentes, que, sin odios
ni violencia, muestran su pasión y determinación por el cambio.
No basta tener ideas políticas
claras y programas socioeconómicos eficaces, también hay que contar con eso que
vimos el 30 de mayo: el esfuerzo colectivo de apoyo a los familiares y a los
presos políticos. Sus familiares son nuestros modelos de templanza y sus
esposas el epítome de la mujer venezolana.