¿Quién decide qué?
(Artículo de opinión publicado
en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/decide_0_590341099.html),
el viernes 13 de marzo de 2015)
Es una pregunta obligada en este
país. Continuamente se proponen nuevas soluciones a los mismos viejos problemas
y con la misma inercia se quedan sin resolver. Nos informan que se han tomado
decisiones y nada sucede. Cuando, por fin, alguna de las decisiones se intenta
ejecutar, o no sirve, o empeora la situación original. El mejor ejemplo es el
asunto de los dólares, no sólo en cuanto a su valor, también en cuanto para qué
se asignarían y a quién o quiénes se los venderían.
¿Quién decide cuantos dólares
irán, por ejemplo, al sector salud: cuántos para medicamentos y cuales
medicinas; cuántos para insumos quirúrgicos y en qué se podrán gastar?
¿Cuales libros se podrán
importar y cuales no?
Miles de preguntas similares,
pues son miles las necesidades que tenemos y miles los posibles insumos a
importar o producir –que al final termina siendo lo mismo, pues también habría
que traer las máquinas para las industrias.
El asunto es que en vez de
decidir y actuar en consecuencia, tenemos un gobierno especializado en correr
la arruga y, para ser más específico, en hacer muchas cosas activamente y estar
muy ocupados haciéndolas, pero, en realidad, no están resolviendo nada y todo
se está empastelando más y más cada minuto. Eso se llama “procrastinar” y, cómo
muy bien se ha dicho, es el ladrón del tiempo. Este aspecto de la actitud de
los humanos, podría definirse como empezar a hacer lo importante luego de haber
terminado de hacer lo irrelevante. Verdadero robo de nuestro tiempo como nación
y como sociedad, pues lo perdido en la indecisión y las laboriosa ejecución de
lo irrelevante, está acabando con nuestra paciencia y esperanzas de que los
gobernantes vayan a hacer algo por el pueblo diferente de usarlo para sus
intereses personales, políticos y de demostración de poder con alevosía y
revanchismo.
Por supuesto, procrastinar
convierte al gobierno en sordo, pues si escuchan el clamor, pierden
concentración en su tarea de aplazar las soluciones a los problemas y se pierde
efectividad en las tareas manipulativas y sin aparente sentido práctico que
aturden, obnubilan, distraen y dan falsas seguridades y entusiasmo momentáneo
al pueblo deseoso de creer, apoyar y seguir a esos líderes con reflejos mesiánicos,
para los cuales cada vez es más difícil mantener su ascendiente y credibilidad.
Finalmente, parte importante de
dejar para mañana lo que puedes y debes hacer hoy, es el fondo moral del
venezolano que se ve seriamente autocuestionado en la intimidad del ciudadano,
cuando observa las múltiples corruptelas en las que se ve envuelto en su diario
vivir y el fomento del incumplimiento laboral, el facilismo al obtener un
beneficio del sacrificio de otros y la continua información sobre el abuso,
represión, extracción de capitales, coimas, peajes y comisiones. Pero ante esas
informaciones y denuncias, no se procede, se aplazan y se distrae al pueblo con
acciones irrelevantes, como decíamos antes.