El rugido silente
(Artículo de opinión
publicado en el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/rugido-silente_0_581941927.html),
el viernes 27 de febrero de 2015).
Una vez más he creído necesario convertir mi método preferido de
desahogo y alivio del malestar y la rabia sorda que pueden producirme los
abusos del gobierno, en un pequeño texto orientador acerca de cómo ser
oposición y no caer en las trampas de la violencia, la sedición o incluso en la
rebelión. Pero el hecho es que en mi ánimo anida esa tormenta y puede
conducirme a pensar en los términos más trágicos y belicosos, sin embargo, mi
razón, todavía clara, prudente, futurista, optimista y ponderada, me lleva a la
sindéresis, aplaca mi volatilidad, tiempla mis acciones y me incita al
peligroso pero eficaz juego político clandestino. Tal y como lo propuse en
artículos escritos para este diario el 14 de febrero y el 6 de junio de 2014.
En el ajedrez político no caben muchas acciones diferentes cuando todas
las posibilidades de aplicación de la fuerza están en manos del gobierno y
menos aun si no se cuenta con medios de información y comunicación veraces,
honestos, equilibrados y que lleguen hasta los más recónditos lugares de la
geografía del país. Es mejor tenerlos que no tenerlos, pero la TV, la radio, los diarios, las redes
sociales, cuando no están de nuestra parte, tampoco funcionan muy bien para el
oficialismo. La gente no es tonta y reconoce con presteza que se le está
mintiendo u ocultando las realidades del país. La falta de información se
evidencia hoy día, casi inmediatamente. Las noticias corren y no necesariamente
a través de los medios de comunicación. El método más rápido y contundente de
informar siempre ha sido la palabra dicha en privado y repetida con inmediatez.
Lograr esa comunicación es posible a través de las acciones
clandestinas o secretas que los grupos organizados realizan, lo cual, además,
tiene una ventaja innegable: la falta de líderes únicos o esenciales. El
liderazgo lo constituye la idea común de mantenerse comunicado. No hay a quien
culpar, no hay figuras con cuya prisión nos puedan amenazar. Las
participaciones son todas iguales. Tendrían que escoger al azar los presos para
escarmentar o amedrentar al resto de los opositores que se comunican en la
privacidad de su red encubierta.
Hecha la ley, hecha la trampa, es un muy viejo método de afrontar la
represión, las injusticias gubernamentales y la sin razón del poder armado y
excesivo. A las normas dictadas por el despotismo hay que oponer las acciones
de denuncia y desenmascaramiento de los abusadores oficialistas y de los
corruptos.
La calle seguirá representando para todos el escenario predilecto para
mostrar la fuerza de la convocatoria, la comunicación individual, por el método
que sea, es y será el nexo con la verdad y el futuro. De la fuerza emocional
nacida de la unión de los opositores que trabajan en silencio, con constancia y
se comunican con intensidad y discreción, saldrán las victorias electorales que
esperamos.