El meollo de la sanción
Con
el debido respeto a su investidura y enormes responsabilidades, me dirijo al
presidente, al gobierno y al Congreso de Estados Unidos para pedirles, por
favor, que sean más explícitos y precisos respecto de las sanciones y
precauciones que han decidido tomar en relación con Venezuela y algunos de sus
funcionarios de gobierno.
Reconozco,
no faltaba más, el derecho que tienen de tomar tales decisiones y para nada las
cuestiono, ahora bien, eso no significa que esté contento, satisfecho o feliz.
Veamos
qué quiero decir: en el caso de Venezuela como amenaza a Estados Unidos, no
basta con que lo digan, hay que decir por qué. Ciertamente que las cosas serían
más claras, diáfanas y comprensibles si nos dijeran cuáles son aquellas
amenazas efectivas o virtuales que siente Estados Unidos de parte de nuestro
país. En el caso de los funcionarios sancionados, deberían también decirnos por
qué y a qué se aplican las sanciones. Es decir, cuáles son los hechos
concretos, específicos, cometidos por ellos que merecen tales sanciones y
cuáles son esos bienes y cuentas que se están congelando.
Yo
entiendo que en la mayoría de estos casos se va a tratar de presunciones o de
evidencias circunstanciales y que eso puede ser suficiente para la seguridad de
una nación, y por tanto abrir un juicio público es, cuando menos, una tontería
que dilataría la toma adecuada de precauciones.
En
el caso de los bienes y cuentas, es harina de otro costal. La sola mención de
los montos y la lista de los bienes congelados es demostrativa a los ojos del
mundo, y de los venezolanos en particular, de la calidad del sancionado y
dibuja la cuantificación de su desvío, si es que hubo tal cosa.
Emitir
juicios sobre generalidades y ejecutar sanciones inespecíficas es poco
convincente, por decir lo menos, y desde luego muy parecido a lo que el
gobierno de turno en Venezuela hace. Interpretar eventos es muy difícil, casi
imposible, y por lo general se obtienen pocos aciertos, excepto en las novelas
y películas.
Tanto
en Estados Unidos como en Venezuela no es conveniente actuar sobre
interpretaciones y generalidades, hay que ser más específicos y precisos.
Quiero saber por qué están presos Leopoldo, Ledezma y los otros que han
manifestado su desacuerdo político en Venezuela, y por qué somos los venezolanos
o nuestro gobierno una amenaza para Estados Unidos.
También
quiero saber quiénes han defraudado la confianza de los ciudadanos venezolanos
y se han enriquecido de forma cuestionable o corrupta con nuestros bienes, y a
cuánto ascienden esos botines.
Posteriormente,
tal como nos corresponde como nación soberana, emprenderemos los juicios
correspondientes y tengo la esperanza de que los países nobles, justos y
equilibrados que nos respetan y han ayudado seguirán colaborando con las
pruebas y noticias suficientes y veraces sobre esos personajes, verdaderamente
traidores a la patria, que han contribuido tan intensamente a las situaciones
de carencia material y de inestabilidad política y social que padecemos hoy.