Castigos morbosos
O psicología de la envidia, el revanchismo y la incapacidad de
entender y aceptar a quien es creativo, original, decidido, perseverante,
paciente y con voluntad de hierro.
En días pasados leímos la noticia de que a dos presos políticos en
nuestro país, Venezuela, que aguardan juicios que no se efectúan o son
pospuestos por cualquier razón, los guardias les echaron encima excrementos y
orinas y luego les impidieron asearse. No es esta la primera vez que se somete
a presos en nuestras cárceles a humillaciones y vejámenes de ese u otro tipo y
el hecho de que se trate de dos personajes importantes de la política nacional,
aunque lo hace más llamativo, de ninguna manera lo alivia o lo convierte en un
acto de advertencia pública o de reprimenda por sus acciones. Por el contrario
genera en los ciudadanos un sentimiento de asombro, asco y repulsión, que
termina incitando los más bajos instintos de todos y convirtiéndonos en
potenciales o teóricos asesinos y vengadores de semejante ignominia. No sé qué
se merecen los guardias de esa cárcel, o los de aquella prisión iraquí en la
que maltrataron tanto a los prisioneros que los EE.UU., como nación, tuvieron
que tomar cartas en el asunto contra sus propios soldados encargados de la custodia
de los prisioneros devenidos en víctimas.
Ya de por sí es incómodo y limitante estar en la cárcel. En el
caso de los políticos es además injusto, indigno y no tiene porque ser
humillante ni vergonzoso, pero que además, por ensañamiento y mala uva se
maltrate, aísle, torture y se sancione con castigos infamantes a quien por su
ideología y acciones públicas no acordes con las del grupo gobernante, es
inaceptable y motivo de denuncia
criminal y por tanto, deberán ser objeto los perpetradores de tal desafuero a
que se haga caer sobre ellos todo el peso de la ley y el desprecio público.
La cárcel no siempre es para pagar deudas con la sociedad y las
leyes, a veces, tristemente, es el crisol donde van a tomar forma
personalidades en proceso de formación en situaciones de extrema incomprensión
y máxima represión. Por eso las condiciones individuales de creatividad,
originalidad, decisión, perseverancia, paciencia y voluntad de hierro, signan
el carácter de esos presos de hoy, hombres del mañana y líderes permanentes.
Con ellos nos sentimos presos muchos y maltratados también. Con ellos y por
ellos se encienden nuestras pasiones y disminuye nuestra capacidad de
comprender, entender, aceptar, ser pacientes y esperar tiempos mejores. Quizá
ellos, los presos políticos, aprendan a tener más paz interior y la
perseverancia les haga más pacientes y tolerantes, pero a los que estamos
afuera no nos sucede así, el tiempo se nos acaba, la paciencia se nos colma y
la rabia por las injusticias y los maltratos nos convierte en seres a punto de
explotar…