Todavía en veremos
(Artículo de opinión
publicado en http://www.el-nacional.com/opinion/Todavia-veremos_0_363563666.htmll,
el viernes 28 de febrero de 2014)
El que espera desespera. Sentarse a esperar los resultados de lo que hacen
los demás, es inadecuado, hasta un inválido o un preso, pueden tener
participación activa en el desarrollo de los acontecimientos, aunque sea
rezando. La paciencia tiene frutos innegables, la impaciencia trae sólo
desesperación. Nada mejor para los impacientes y desesperados por llenar sus
anhelos, que estar conscientes de que su serenidad contribuirá a traer los
frutos que esperan; y nadie más agradecido que aquel líder que sintiendo la
confianza de sus liderados, siente también que la presión externa proviene, mayormente,
de quienes le adversan.
En nuestro país estamos viviendo situaciones que otros han padecido
recientemente. Tristemente, la resolución del conflicto no se dio por la vía
pacífica y llegar a la solución político administrativa fue a través del
sufrimiento por maltrato gubernamental del pueblo enojado, infeliz y desilusionado,
que pensó que protestar, denunciar, quejarse y manifestarlo pacíficamente, era
lo que debían hacer y lo hicieron.
Eso es lo que hacemos en Venezuela, unos nos quejamos, los otros, que son quienes
tienen la fuerza armada –los hierros– y mandan, pretenden acallar la protesta
silenciando a palos, gases y balas a quienes protestan.
El gobierno cree que lidiar con las protestas del pueblo es un asunto que
se resuelve con la fuerza bruta descargada de forma militar, policial y por
hordas motorizadas, junto al enervante y ofensivo discurso en cadena nacional,
con las mentiras, trampas y montajes de supuestos esquemas de resolución de
conflictos de forma pacífica, la llamada a concentraciones públicas en paralelo
con las de la oposición, el incremento de los días de asueto a los ya pautados
de carnaval, añadiéndole el 27 y 28-F y, quién sabe si el 5-M, y entonces los
desaprensivos oficialistas podrán “disfrutar” así de 7 días seguidos de asueto.
La idea es también celebrar los carnavales, que según Maduro, son una
fiesta para los niños. Ya se acabó el simbolismo de las fiestas paganas que
haciéndose permisivas, exigían el uso de máscaras para no agravar la licencia
con ofensa y mantener el anonimato. Momento anual de descontrol y
desinhibición. Espero que no sean aprovechados esos días para que escudados en
las máscaras los enviados del gobierno masacren a nuestros estudiantes que
manifiestan y a nosotros que aupamos con pasión las intenciones sanas y
pacíficas de los jóvenes.
Lamento no haber podido llorar al tío Simón como lo merecía, pero prometo
hacerlo cuando Venezuela esté más serena y podamos con tristeza pero felices
llorar nuestras desgracias y compartir de nuevo, como lo hizo él, nuestras
alegrías. Por ahora, el dolor y la esperanza me embargan. No necesito ni
carnavales ni días de asueto extras. No los deseo. Agreden mi paz interior.
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