De mal en peor.
(Artículo de opinión publicado el viernes 14
de marzo de 2014 en el diario El Nacional: http://www.el-nacional.com/alvaro_requena/mal-peor_0_371962941.html)
En Venezuela, es muy difícil conservar la calma y la sindéresis en estos
días aciagos para todos.
Sentarme, en la tarde y en la noche, como acostumbro, a pensar y escribir
sobre mi país, me resulta casi imposible. No encuentro la tranquilidad
ambiental que desearía tener, en su lugar mi mente sigue los gritos
destemplados de auxilio o los insultos y descalificaciones llenos de rabia de
quienes se sienten agredidos por las balas de goma y de plomo, las bombas
lacrimógenas, las diversas explosiones que suenan continuamente, el avance
indiscriminado, violento y agresivo de tanquetas, ballenas, tropas y policías,
armados y con sus cascos, corazas y escudos amenazantes, que usan más para
agredir con saña a quienes protestan, que para defenderse de las piedras y
objetos que les lanzan. Aplastan sin respeto alguno a los manifestantes.
Vivo en Chacao y, cómo nos ha correspondido, con mucha honra, lloramos
mucho, por los gases, las penas de lo que vemos, oímos y sentimos y la falta de
esperanza en que este gobierno entienda que es lo que está pasando en la calle
con Venezuela.
El gobierno no quiere entender ni aceptar, no sólo sus errores, sino el
simple hecho de que se pueden hacer las cosas de otra manera y mejor.
El gobierno piensa que diálogo es un monólogo radio televisivo de Maduro o
de alguno de sus acólitos.
Para el gobierno escuchar es un acto que deben practicar los demás.
Para el gobierno lo que está pasando en una especie de golpe de estado
continuado que lleva doce años en evolución. Para los demás, que estamos
padeciendo el desgobierno, el desastre administrativo, social y judicial
actual, es el resultado del deterioro sistemático, negligente y criminal de una
nación que cayó, por desgracia, en manos de personas sin escrúpulos, mal
informados, ideológicamente orientados por teorías socioeconómicas obsoletas,
que han sido probadas como ineficientes y perturbadoras de la paz y el
desarrollo armónico de las sociedades.
Así estamos en este momento, de mal en peor. Pero hay algo que quiero dejar
en claro y que el lector entienda: no hay otra manera de hacerlo, hay que forzar
la situación hasta que el gobierno corrija, modifique o decida cambiar o
cambiarse, por los medios que la constitución permite. Es necesario hacerlo de
esa manera, pero ello exige paciencia, creatividad, perseverancia y constancia.
Como todas las cosas que valen la pena.
Seguiremos llorando y se nos seguirá arrugando el corazón y enfriando el
espinazo, de pensar en los jóvenes y líderes políticos presos por decir y hacer
lo que yo quiero hacer y decir. Más aún cuando ha quedado claro para todos, qué
es lo que para el gobierno es tortura y qué es lo que para los demás es
suplicio y tormento que estamos padeciendo fuera y dentro de la cárcel y sólo
nos tenemos a nosotros mismos para defendernos.