Dialogar no, denunciar, sí
(Artículo de opinión
publicado en http://www.el-nacional.com/opinion/Dialogar-denunciar_0_355164778.html,
el viernes 14 de febrero de 2014)
Lo repetido de las propuestas del gobierno y lo similar de las respuestas
de la oposición, han logrado un efecto de fastidio y pesimismo en el ánimo de
nuestros conciudadanos, que es poco menos que una “tortura china”, como se dice
cuando algo tedioso sucede tantas veces seguidas que el cansancio agota y el deseo
de tirar la toalla se hace cada vez más notorio, con tal de escapar de esa gota
que, cayendo repetidamente, horada la piedra y vence las resistencias.
Entiendo, no obstante, que no hay nada más terco, obstinado y difícil de
modificar que la conducta humana cuando el sujeto no desea hacerlo. Ni la
cárcel, ni el maltrato, ni las más probables expectativas lo logran.
Cambiar la Venezuela actual a través del diálogo no es posible. Tenemos que
darnos cuenta de que a la mitad de los venezolanos les gusta seguir padeciendo
lo que vienen sufriendo y siguen aferrados a una esperanza de cambio que la
otra mitad ya sabe que nunca vendrá. Cual es cual y en cual se anota usted, es
su problema; mi problema es decirle mi opinión sobre lo que está pasando y lo
que no va a pasar en el futuro inmediato. Por supuesto el resultado final no
dependerá de mi sino de todos, si es que decidimos cambiar de actitud y, por
ejemplo, no seguir aceptando ese falso y degradante plan de dialogar propuesto
por el gobierno.
El Gobierno no sabe dialogar y no le interesa; nunca le ha interesado,
excepto para dilatar, distraer y coartar a la oposición. Esta vez no es
diferente.
La oposición debe oponerse, no argumentar de forma circular y reiterativa
con el gobierno, tiene que informar y denunciar ante el país aquello que es
importante para ganar la confianza del elector y mejorar la percepción de su
labor opositora. Desenmascarar al gobierno de sus mentiras. Y si no se dispone
de medios de difusión masivos, pues habrá que hacerlo de forma privada,
personal, encubierta, clandestina y en voz baja. Hay que usar los medios
electrónicos, las redes sociales y los mensajitos. Habrá que patear las calles
y los barrios y reunirse con prudencia y contundencia. Pero dialogar, no. La
resistencia no debe ser pasiva, debe ser muy activa. Las voces con las verdades
deben escucharse continuamente.
La clandestinidad y la presencia en las calles, son nuestros medios de
comunicación más eficaces e inmediatos. Con perseverancia hay que dar toda la información
crítica que se pueda conseguir. Se trata de hacer aparecer al gobierno como es,
no cómo ellos quieren aparentar. No quieren dialogar, no nos quieren cuidar, ni
proteger. No les interesamos sino en la medida que nos arredramos y nos
retiramos de la contienda electoral y les dejamos el camino libre a su
hegemónica, dictatorial y despótica actitud, desvinculada de la democracia y
también del socialismo y el respeto por los derechos humanos.