Fútil y peligroso
(Artículo de opinión publicado en la página 8
del diario El Nacional, el viernes 8 de noviembre de 2013)
Una de las desgracias más difundidas en la
historia, es la incitación y seducción de grandes poblaciones a vivir en una
inagotable e inalcanzable expectativa, pero que, por presentarse de una forma
casi mágica y hasta divina, llena el alma de esperanzas vanas y fantasías de
poder, riqueza y felicidad, sólo alcanzables a través de los oficios de quienes
las ofertan en sus discursos y en sus acciones y despliegues de poder omnímodo,
absoluto e inconsulto, envidiado y contagiable hasta para el más mísero y
endeble humano.
De esa miope y fantástica visión, proyectada por
algunos líderes políticos y religiosos, han surgido terribles consecuencias
para la humanidad. Tanto para los imbuidos de ese espíritu fantasioso, como para
las víctimas de las realidades impuestas por esos apasionados ilusos.
Consecuencias, como los cambios en la distribución geopolítica del planeta y la
inhibición de las posibilidades de desarrollo de los pueblos, permaneciendo
algunos en la oscuridad del ínfimo mejorar y surgiendo otros hacia una
refulgencia desprovista de solidaridad y cargada de manipulación y
aprovechamiento del rezago de sus semejantes.
Escondidos bajo el manto de un razonamiento
lógico, aparentemente aplastante, coloreado por una moralidad pacata y
personalísima, son planteadas situaciones que distribuyen el poder y la riqueza
de forma obligante y cómplice entre los elegidos y pretenden subyugar al resto
en la convivencia forzada con sus verdugos.
Bien, pues de eso se trata lo que estamos
viviendo en este país desde 1998, y a pesar de que mentes esclarecidas, como el
finado Luis Castro Leiva, nos advirtieron de esos peligros y las situaciones
planteadas por el perverso discurso de ciertos líderes políticos, las cosas
siguen igual. Decía él de Chávez, en “El gerente de la violencia” (El
Universal; feb 20, 1998): “… perdonará usted que le diga que usted no sabe
pensar y que lo que piensa no vale la pena pensarse, …”
Desde entonces, las cosas no han cambiado y el
pensamiento inútil, fútil y vano, continúa. Cada vez nos acercamos más al punto
en el que para mantener la hegemonía del poder se hace necesaria la fantasía
todo poderosa de la fuerza, el control y la obediencia absoluta. Ese es el peligro. Quizá sea por eso que en el
presupuesto de 2014 aumentan los gastos en armamento y disminuyen los de
educación, salud y construcción de viviendas.
Además, el gobierno ha incrementado el control
de los medios de información y redes sociales, y disimula nombrando un
viceministro para la Suprema Felicidad Social del Pueblo. Situación resuelta por
decreto y acción compulsoria, pues está claro que hoy, aquí, en Venezuela, tal
felicidad no es alcanzable por los medios que pensó Simón Bolívar: como consecuencia
natural y lógica del mejor gobierno y administración posible del estado.