Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 25 de octubre de 2013

Tu salud, mi salud

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(Artículo de opinión publicado en la página 7 del diario El Nacional, el viernes 25 de octubre de 2013)

Recientemente atravesé un episodio de enfermedad del que me queda el recuerdo del dolor padecido y la presteza de los colegas y enfermeras que me atendieron. Tres horas, desde el primer dolor hasta que finalizaron los procedimientos de manipulación coronaria. Me salvaron la vida las habilidades y conocimientos de los médicos y los equipos e insumos de alta tecnología disponibles.
Mi agradecimiento a la medicina y a los médicos que practicamos en Venezuela.
Un episodio de esa naturaleza genera reflexiones de todo tipo, desde las propias sobre mi estilo de vida, hasta aquellas que tienen que ver con la equidad de la prestación de servicios médicos al pueblo.
Siento mortificación por la situación de aquellos que no pueden disponer de las ventajas que a mi me tocaron. Ventajas que es absurdo que no lleguen a otros. Me refiero a los hospitales del Estado que, dotados o no, no alcanzan para todos y además el personal médico y de enfermería es insuficiente, aunque sobrado en voluntad.
No se trata sólo de salarios inadecuados. Demasiados años tienen los médicos de este país trabajando con sueldos míseros para llevar sus habilidades, sabiduría y experiencia a los alumnos y ponerlas en práctica en hospitales depauperados y casi desasistidos, donde la atención a veces no pasa de ser un cariño y la prestación más importante es el ejemplo.
Tampoco se trata de grandes equipos, ni de inagotables insumos, que sería magnífico.
Se trata más bien del aprecio, respeto y estímulo, que una profesión como la nuestra merece de parte del estado y del público.
No ha sido prudente descalificar, humillar e insultar a los médicos venezolanos y pretender sustituirlos por personal extranjero, desarraigado, parcialmente instruidos y económicamente explotados.
Menos prudente, pero entendible, ha sido la producción masiva de médicos salidos de las aulas de medicina integral comunitaria. Una buena intención, mal informada y escasamente útil en el contexto de la medicina actual, por las deficiencias en sus conocimientos y limitaciones en sus experiencias.
Son demasiados los factores humanos en juego e inmensos los costos en tecnología. La partida más sustanciosa del presupuesto nacional debería ser la salud y no las armas. Un país debe defender sus fronteras y guardar el orden interno, pero no debe tolerar que sus habitantes se mueran de mengua por la escasez de médicos, enfermeras y medios para la solución de sus problemas de salud, urgentes o no.
No es solución ahogar las clínicas privadas, ni expropiarlas, tampoco denigrar de las escuelas de Medicina tradicionales y mucho menos el insulto y la descalificación de quienes ejercemos la medicina. Las soluciones deben comenzar por entender que el bien más preciado de un ser humano es su vida y por ende su salud y como tal debe preservarse, al costo que sea.

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Caracas, Venezuela
Médico psiquiatra en ejercicio