Los símbolos del poder
(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 13 de septiembre de 2013).
Desde siempre, casi todos
aquellos que asumen el poder, llegando a él por el medio que sea o porque los
ponen allí, se sienten en la necesidad de mostrar públicamente símbolos que lo
denoten. Algunos de esos símbolos son las coronas, los cetros, las espadas, las
charreteras y los bastones de mando. Por supuesto que hubo muchos gobernantes y
mandamases que no necesitaron mostrar símbolo alguno para ser reconocidos.
A veces, con sólo ser
protagonistas de cuentos y anécdotas, se conocían los personajes y se calibraba
la cantidad y calidad del poder que detentaban. Otras veces, las menos, a pesar
de los símbolos y algunos cuentos y anécdotas de fabricación apresurada y
fantasiosa, nadie le paraba bolas al gobernante y entonces este se veía en la
necesidad de gastar millones en inventar cuentos, despaturrar gente y usar
símbolos de poder estrambóticos.
En la actualidad se puede decir
que para algunos países en pleno desarrollo de sus economías, sociedades y
formas alternativas de gobierno no democráticas, pero sí renacentistas, en el
sentido de repetición de modelos ya trillados, resulta que los modelos de los
símbolos del poder han sufrido cambios insólitos.
Tomemos por ejemplo un país
caribeño, isleño o no. Da lo mismo. Son esquemas similares de comportamiento
autoritario con variantes mínimas indiscutidas y de uso generalizado y no
cuestionado.
Símbolos del poder: 1º- Viajes de
presentación a países acreedores o beneficiados por la largueza gubernamental o
negocios aledaños y a aquellos sitios de similar desigualdad política y
judicial; 2º- Insultos y escarnio público de otras figuras de poder, legítimas
y de consideración sociopolíticas más democráticamente aceptadas; 3º- Restricción
informativa y de cobertura periodística para quienes no son aceptados por el
gobierno como obsecuentes; 4º- Enarbolar las banderas de lo imposible, que
seguirá igual por la complicidad pero con nuevos campeones de la lucha contra
la corrupción; 5º- Desarticulación y exposición de evidentísimos planes de
magnicidio, llevados a cabo por siniestros personajes contratados por obvios
líderes, que habiendo detentado el poder no necesitaron de tanto bombo y
fanfarria para mostrar su capacidad política y de gobierno. El develar esos planes
pone en evidencia que los estrategas que los concibieron eran unos cuscurros
advenedizos que estaban aprendiendo a ser malucos.
Estos símbolos están
establecidos como necesidades imperiosas para el uniforme de gala del
gobernante. Así pues, en una mano la constitución que no se aplica, en la otra
el dedo índice recto, a ver si se posa el pajarito que transmite la novedad del
futuro y en el pecho el alivio de haberse salvado, una vez más, de ese odioso
intento de asesinato que hay que sacar a relucir para demostrar que uno es
importante y lo sabe.