Menos tinta y sin papel
Artículo de opinión publicado en la red de internet hoy domingo 8 de septiembre de 2013, día de la virgen del Valle.
En estos días, e imagino que en
los venideros también pasará, hemos visto en las noticias algunas carencias de
insumos importantes que no imaginaba la gravedad hasta que lo vi con estos ojos
que Dios me dio.
A que no haya medicinas suficientes
ya estamos más o menos acostumbrados y hemos aprendido a hacer algunas
manipulaciones de medicamentos que pueden, sin ventaja, solventar el problema
que se nos presenta a los médicos al momento de prescribir ese medicamento o
aquel procedimiento. Faltan medicinas, faltan insumos médicos para atención
hospitalaria, faltan médicos, faltan repuestos para máquinas importantes y
según nos informan no vendrán.
La falta de alimentos básicos, a
pesar de lo dicho por el oficialismo, es notoria. No hay leche fresca, ni de
larga duración, ni en polvo, tampoco descremada y mucho menos deslactosada,
casi en ningún parte. Harina precocida de maíz, tampoco, aunque venden una
mezclada con harina de arroz que no me gusta. Por cierto, tampoco hay arroz, ni
azúcar y, a veces, tampoco hay pan.
Es grave que algunos sitios ya
no tengan los whiskies que antes tomábamos, o las ginebras y las vodkas de
nuestro gusto y ni que decir de algunos vinos fuertes para el aperitivo. El
ron, no sobra y algunas cervezas no se encuentran. Cada vez hay menos quesos.
En esta semana no hemos encontrado queso amarillo ni de aquí ni de allá.
Todavía hay gasolina, pero no
hay autos nuevos.
Pero lo que más me ha preocupado
es que no sólo escasea el papel higiénico, también el de los periódicos y el de
las imprentas, además casi no hay tintas para las rotativas, ni para las
impresoras comerciales o personales. Así pues, saldrán menos periódicos y se
editarán menos libros.
Supongo, con razón, que pronto
un bolígrafo será un objeto de lujo e importado. Lápices también faltarán.
Tendremos que escribir con tintas caseras o con sangre en cueros secos y
papiros, con plumas de pollo afiladas o lo haremos con navajitas, clavos viejos
o ramitas secas, en tabletas de barro, que de eso si hay bastante.
Pronto se publicarán los
periódicos en inmensas páginas pintadas situadas en lugares escondidos de la
mirada del oficialismo y su lectura será transmitida por tradición oral o
cantada por juglares populares.
Por supuesto, siempre nos queda
internet, todavía, pero ya se inventarán algo al respecto. La estupidez no
tiene límites.
El mundo seguirá dando vueltas y
desarrollándose mientras nuestra nación se enconcha en sí misma. Pronto los niños
dejarán de ir al liceo pues para qué aprender a hacer algo como leer y
escribir, que no se puede practicar. Para qué saber, si no es necesario ni para
ser corrupto ni para ganar elecciones. ¿Quién entiende a Capriles, a María
Corina o a Diego Arria?
En cambio, que fácil es entender
el gobierno de calle, el uso de una ley habilitante contra la corrupción, la
presión a los medios de comunicación, el chantaje a televisoras y radios para
renovarles su concesión, la inflación desmedida, el represamiento de dólares y
el rezago de la economía. Que fácil es aceptar el rencor, la envidia, el odio y
la retaliación. Se le llena a uno el espíritu de algo, aunque sea carroña, por
decir lo menos.
Además, seguir instrucciones del
Presidente anterior es más fácil que crearlas o, simplemente, evaluar si se
aplican o no al momento actual. Por ejemplo, afortunadamente nos hemos salido
de la CIDH. La verdad es que, al paso que vamos, íbamos a hacer un papelón en
esa comisión que ni en sueños lo hubieran pensado ninguno de nuestros
humoristas locales vivos o difuntos. ¡Se imaginan unos versitos de Job Pim,
Graterolacho o Nazoa! Se salvo el ego narcisista del gobierno.
No tiene nada que ver el
problema con los DDHH, estos están de hecho cuestionados por la interpretación,
hoy en día discrecional, de la Constitución. Salirnos de esa comisión es pues
un acto de defensa del decoro nacional. Espero, obviamente, que volveremos y
seremos defensores a ultranza de esos derechos que hoy casi ni los recordamos.
Pero, quizás lo más estresante e
interesante de lo escuchado últimamente, sea haber oído del censo de las
comunas por un lado y del saboteo al sistema eléctrico por el otro. Para constituirse
en comuna hacen falta unos permisos y unos registros, así que no se entiende lo
del censo, o es que en las oficinas donde se emiten esos permisos y se reciben
los registros no registran nada.
Y lo del saboteo, lo entiendo
menos, recuerdo vívidamente cómo el gobernante actual dijo que encargaba el
cuido, vigilancia y protección del sistema eléctrico a las fuerzas armadas y
hoy me pregunto si no será mejor darle la baja a todos esos tipos antes de que
sigan cuidando el país y sus sistemas de servicios públicos como lo han hecho,
según el gobierno.
Tenemos mucho por delante. La
espera ha sido larga y no será inmediata, pero está cada vez más claro, para mi
y creo que para casi todo el mundo, que la cosa va de mal en peor y no hay ni
pañitos de agua caliente ni medidas ejecutivas a tomar que arreglen este
entuerto. Esto es una enfermedad grave que nos corroe por dentro y por fuera, y
ahorita tampoco hay medicinas para las enfermedades catastróficas como el
cáncer. Es el problema de Venezuela, médicos hay y muy buenos, pero no tienen
como aplicar las medicinas adecuadas por que ni están en posición para
ordenarlo ni las hay.