Los récipes y la salud
(Artículo de opinión publicado en la red de internet hoy lunes 13 de mayo de 2013)
No se debe ser mezquino al
reconocer que la medicina moderna es buena y eficaz. Todavía falta mucho por
mejorar, pero es impresionante el servicio que presta la atención médica al
paciente en el momento actual. Sea donde sea, tanto aquí como en Cuba, Francia,
Brasil, China o los EE.UU. Gran parte de la eficacia actual del acto médico se
debe a los avances impresionantes de la farmacología. Lógicamente, el uso de
medicamentos se ha convertido en algo acostumbrado y constante, tanto que para
algunas personas salir del consultorio de un médico sin un récipe, es, casi,
casi, una desilusión.
En Venezuela la eficiencia de la
medicina moderna contrasta amargamente con la de los administradores de los
recursos médicos oficiales o del estado. Pero hoy no hablaremos de módulos,
clínicas ni hospitales del Estado, tampoco de los médicos, ni de las
enfermeras. Hablaremos en cambio de las políticas oficiales y en forma general
de la más que insuficiente e ineficaz política de acercamiento de la medicina
al pueblo. Y eso incluye, por supuesto, los medicamentos.
En Venezuela se suele decir que
cuando a una persona de autoridad se le ocurre bruscamente una idea que cambia
algún patrón, sea de trabajo o conducta, y la pone en práctica de la noche a la
mañana, lo hizo porque le dio “una puntá de rabo”. Por supuesto, la mayoría de
esas “puntás” terminan siendo el preludio de grandes correcciones y regresos.
Ya sabemos todos que improvisar es muy difícil, que se lo pregunten a MacGyver.
Recientemente el MPPS (Ministerio
del Poder Popular para la Salud) publicó una resolución en la Gaceta Oficial
ordenando un cambio radical en la forma de prescribir los medicamentos que según
las explicaciones leídas acercaría más aún la medicina al pueblo y haría más
factible la compra de medicamentos por parte del pueblo, al aumentar a la
totalidad la cantidad de medicinas que se expenderían por su nombre genérico,
denominación internacional o nombre químico, en lugar del nombre comercial.
Adicionalmente se reformaba la forma de escribir la receta, obviamente con la
finalidad de mantener un mayor control sobre el paciente, la farmacia y los
laboratorios. Se ordenaba al prescriptor hacerlo por duplicado (en realidad,
dos originales) en recetas que debían cumplir requisitos mínimos y con la
información del medicamento en formulación, dosis, vía de aplicación y tiempo
de tratamiento. Desde el inicio de la década de los noventa en el siglo pasado,
no se modificaba el sistema de prescripción y venta de medicamentos.
En principio cualquier
modificación que se haga en cuanto a la forma de prescribir y el expendio de
medicamentos, es bienvenida, pues todos estamos, básicamente, de acuerdo en que
el desorden en el expendio de medicamentos ha sido un factor clave en el
incremento de las resistencia a los antibióticos y el recrudecimiento de
algunas infecciones, el incremento de las intoxicaciones medicamentosas y hasta
el abuso pernicioso y adictivo de ciertas medicinas y algunos otros males que
no enumeraré hoy.
Pues bien alguien tuvo una
“puntá e’rabo” y por la misma sacaron el 19 de marzo de este año una resolución
en la Gaceta Oficial cambiando la forma de prescribir y expender los
medicamentos y nos daban 30 días para cumplirla. Una semana después, el 26 de
marzo, en otra resolución, también publicada en la Gaceta Oficial, cambian la
primera resolución y dan a conocer una primera lista de 172 medicamentos que
pueden comprarse sin receta, y nos dan hasta el 10 de mayo para cumplirla. El 9
de abril, dos semanas después sale la segunda lista de medicamentos para los que
no se exigiría receta. El 9 de mayo, el día antes de la fecha tope para la
entrada en vigencia de la resolución, se anula todo, volvemos a lo anterior, se
publica en la página web del MPPS una lista incompleta de las denominaciones
internacionales o genéricas y los nombres de algunos de sus equivalentes
comerciales, ordenándose que los récipes contengan el nombre genérico de
medicamento y ahí estamos… Sin saber que hacer, realmente.
La improvisación tiene sus
ventajas, por supuesto, sólo en manos de MacGyver y de algunos genios creativos
de la medicina y la cirugía, así como en la ciencia en general. Pero en este
caso ha sido demasiado evidente, no sólo la improvisación, también lo ha sido
el obvio desacuerdo entre los factores de esa creación teatral que armó este
revuelo con los récipes; y claro, el resultado es inseguridad, desconfianza e
incremento del poco respeto que queda para la dirección y el ejercicio de la
medicina social y oficial, en este país.
Yo estoy seguro de que este
asunto se va a resolver bien en el futuro, pero entretanto, eso, más la escasez
de medicamentos, nos tiene la vida a cuadritos.
Finalmente, me gustaría
preguntarle a los directivos del MPPS si no les parece que ¿preguntar y oír es
más barato y puede resultar más eficaz que improvisar?