Redundancia masiva
(Artículo de opinión
publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 26 de abril de
2013)
Es triste ver como en este país
no avanzamos como nación, retrocedemos como estado y se empastela el gobierno y
la gobernabilidad.
El gobierno ha perdido la
sindéresis y la inventiva. No sólo se desesperan y tiran palos a todo mogote,
también repiten hasta el fastidio las acciones del pasado: “digan que sí,
síganles la corriente, el tiempo y la falta de respuestas, harán lo suyo y
pronto se cansarán”. Ejemplos fueron: la mesa de diálogo, las acciones contra
la plaza Altamira, la institucionalización de las milicias, de los consejos
comunales, del comunismo como tal y la infinidad de reclamos y denuncias
públicas desenmascarando al gobierno, que no llegan a ningún sitio. El gobierno
sí ha llegado a sitios y logros que ansiaban, aunque estos no sean los modelos
que los demás queremos y que electoralmente hemos rechazado, ni sean los que
convengan al país, ni a ellos mismos.
Pero así son las cosas, lo que ha
importado no es echar para adelante y tener un país que “brinde la mayor suma
de bienestar a su pueblo”. Lo que ha importado
es que ese bienestar sea para unos pocos que se creen investidos con un mandato
de ser los apóstoles de una revolución que nadie entiende y al menos la mitad o
más de los venezolanos no desean.
Lo inmediato, lo que viene, es
igual al pasado, quizá un poco más exagerado, pero igual: redundante.
Los reclamos no prosperarán, la
“auditoría”, así entre comillas, no resultará. Aunque hubiesen resultados
claros y definitivos que demuestren el fraude, nunca serán aceptados por el CNE.
Ya lo dijeron claramente e insistieron.
La impugnación, tampoco. ¿Ante
quién impugnar, ante un Tribunal Supremo de Justicia del cual su Presidenta ya emitió
opinión en contra de la oposición; ante una Asamblea cuya mayoría se pronunció,
violenta y anticonstitucionalmente?
¿Las instancias internacionales?
Bien gracias. Oyen, discuten y archivan. No pueden actuar. Están atadas,
secuestradas por el falso respeto, tratados internacionales que no les paran
bolas ni aquí ni allá, de los cuales la carta democrática es un ejemplo, y las
ventajas económicas y financieras que el gobierno dio y todavía ofrece.
Ese es el triste y redundante panorama.
Pero no desalentemos, de peores
hemos salido. De hecho, en este momento, hay mucha más gente dispuesta, activa
y decidida a darlo todo por Venezuela, que hace seis meses y que hace 12 días.
Y eso, no es redundante.
Somos una mayoría que crece
acogotada y ahogada por la minoría chavista, pero crecemos y crecemos,
recibiendo maltratos, injusticias, insultos y con poco apoyo mediático, pero
seguimos creciendo. Ellos no.
La redundancia es un error
político severo y definitivo. La creatividad, la firmeza y la constancia, no. A
la larga tendremos para todos la nación que deseamos.
No desalentar es la consigna. Venezuela
es otra. Otra vez.