Cambiar es perentorio
En la Venezuela republicana, luego
de los gobernantes arbitrarios, las dictaduras y los gobiernos de facto, la
democracia no pudo estabilizarse y la añoranza por el autoritarismo militarista
regresó. Después de 1958 el pueblo prefirió la democracia y eso fue lo que
tuvimos pero imperfecta y manipulada por personas que querían seguir en lo
mismo: cogollos, decisiones tras bambalinas, amiguismo, clientelismo, mentiras,
fraude electoral.
Eso es lo que tenemos. Si usted piensa
que estos últimos catorce años fueron diferentes, entonces ha vivido obnubilado
por su desagrado con Chávez y su estilo, ha estado permanentemente chocado por
el disgusto y acoquinado por el miedo. Las cosas no cambiaron, cambiaron los personajes
y la forma de repartir, que es, ahora, con socios internacionales ávidos y sin
escrúpulos, que juran por cualquier moneda la fidelidad que sólo la complicidad
garantiza.
Cambiar la mentalidad del
elector oficialista, tan influenciada por esa actitud que hemos convenido en
llamar “política” y que tiene que ver más con asociación para explotar y
delinquir, es muy difícil. Tan es así, que las mentiras, antes simples
tapaderas y engaña bobos, ahora son la regla y nadie del oficialismo las
disimula. La mitomanía es practicada hasta el delirio. Hasta los trinos tienen
traducción y las ilusiones son realidades incontrovertidas y dogmáticas.
Durante estos días de campaña
electoral hemos oído hasta la desesperación las mentiras del oficialismo y las
denuncias de la verdad que ha hecho la oposición.
Para calibrar aún más la actual
posición del gobierno frente a las falsedades de su actitud, decidí releer la propuesta
del oficialismo como programa electoral del candidato designado por Chávez. El
programa propone cinco objetivos importantes y en cada una de ellos nuevas
situaciones y cargos públicos. Algunos pasan desapercibidos, como el quinto
objetivo: “Contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la
salvación de la especie humana.” Para lo que propone el programa: “Continuar la
lucha por la preservación, el respeto y el fortalecimiento del régimen climático
conformado por la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático
y su Protocolo de Kyoto.”
El oficialismo ha presentado al
elector ese programa rimbombante mientras que el Presidente (E) candidato, con
cuatro meses en funciones, no se ha ocupado de pagar a la Organización de las Naciones
Unidas el dinero que debe Venezuela y que le permite formar parte y votar a la
hora de la toma de decisiones que afectan al planeta en todos los ámbitos. Es
pues un programa electoral insincero. Una falacia más.
Darnos cuenta del engaño y la
burla a nuestras expectativas, refuerza y alimenta la decisión de votar por el
candidato que mejor representa nuestras ansias de cambio y de veracidad. Capriles
representa esa necesidad y a partir del lunes estaremos vigilantes y críticos
de su gestión. Sin contemplaciones, pero con esperanza.