El Presidente que no fue
(Artículo de opinión
publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 12 de octubre de
2012)
Me gustaría poder hablar por los
demás pero no se hacerlo y tampoco me atrevo a asumir ese reto. Hay personas
que sí lo saben hacer y que asumen esa tarea. Capriles habló por mi y por
muchos. Si al principio de su campaña lo hizo parca y tímidamente, al final lo
dio todo y lo dijo todo. ¡Valiente, decidido e inagotable! ¡Qué bien!
Nuestro país se merece, como
todos los países del mundo, lo mejor, y lo mejor es lo que me parece a mi, y
para otros, lo que les parece a ellos. Lo mejor es un concepto basado en el
pasado, nunca en el futuro y siempre en referencia a mi persona y mis intereses.
La calificación de malo, bueno o lo mejor, sólo depende de la evolución y el
desarrollo en el tiempo; es, por tanto, producto de la observación y la
crítica. Cada quien tiene su opinión y es sano y necesario, expresarla. Obtener
o no la mayoría de votos electorales no califica al candidato ni a sus
votantes, sólo expresa un deseo y genera una expectativa que obliga a las
mayorías y a las minorías por igual, también a los nominados pretendientes. Desear
lo mejor está bien y debemos hacerlo, pero recordando siempre que hay que vivir
las circunstancias para poder calibrarlas y obtener así la percepción que nos
interesa. No tiene por que ser el mejor quien más mande, ni el que más dé, más
quite o más reparta; tampoco quien más se queje, más critique o quien sepamos
que lo haría diferente.
Lo mejor para un país, creo yo,
es saber que entre sus habitantes hay quienes lo dan todo, sin cortapisas, con
generosidad y constancia, con sentido común, cordialidad, respeto y compasión.
Tenemos por delante otro periodo
más de este viaje accidentado e infeliz que hacemos en el bote que comanda el
presidente actual. Hemos dado tumbos y revueltas como corresponde a navegar con
un capitán inicialmente inexperto, abusivo, autoritario y mal asesorado, que se
cree poseedor de la única verdad posible y que, hoy, es un taimado manipulador
y experto abusador del Estado, por quien muchas personas, la mayoría, depositaron
su voto el domingo pasado. Las aguas tranquilas no aparecen en el horizonte.
Por un momento creímos verlas y fuimos allí, pero el resultado nos dejó a medio
camino. Seguiremos buscándolas y llegaremos algún día, espero que no muy
lejano, pero llegaremos. En el ínterin mis compatriotas calibrarán continuamente
la gestión de los gobernantes y actuarán en consecuencia, no dejándose
ilusionar por el canto de las sirenas doradas, plateadas o coloradas.
Luego de lo vivido en las
últimas semanas de campaña electoral y en vista de la actitud del candidato de
la unidad, espero y confío en que el próximo capitán de esta nave venezolana,
sea cuando fuere que le toque comandarla, será Henrique Capriles Radonski. Se
ganó mi confianza, mi estima y mi esperanza. Y sólo tiene 40 años edad…