¡Basta de análisis…!

Es impresionante la cantidad de
sesudos análisis que hemos leído en estos días respecto de las elecciones
presidenciales en Venezuela. Se ha dicho de todo y se han abierto las puertas a
infinito numero de opiniones y juicios sobre lo que sucedió. Cualquier teoría
es aplicable y visible, tanto desde el ángulo de la paranoia, como del abuso
gubernamental. Todos los cuentos y anécdotas que “demuestran” el fraude son
creíbles, todos tienen algo o mucho de verdad. Está claro que la votación fue
secreta y el conteo de los votos, limpio y claro. Lo que no significa que las
elecciones fuesen justas y equitativas. No lo fueron y eso lo sabe todo el
mundo. Dónde estuvo lo sucio, injusto y abusivo, también está claro para todo
el mundo. Algunos se ríen y piensan que el gobierno “se la comió”, que madrugó
a la oposición, que fueron más vivos, que utilizaron todos los recursos a su
disposición y que eso está bien y merecen un premio por haberlo hecho. El fin
justifica los medios, dicen. Otros pensamos que no estuvo bien, que es artero,
desleal, manipulador, injusto, ventajista abusivo y desde luego no democrático. Pero al
final, aquí cada quien entiende el juego político y electoral “democrático”,
como más le conviene y el mejor ejemplo es el propio líder del socialismo de
siglo XXI.
Reconstruir e instituir el juego
democrático justo, balanceado y equitativo, será poco menos que imposible. Particularmente
en un país donde ser corrupto es ser más “vivo”, rápido e inteligente que
otros, donde la justicia es lo que le parezca al jefe, donde las leyes existen
para teñir el papel, donde la Constitución es la prueba de lo fútil y donde
hablar sustituye a actuar, a hacer.
El refuerzo constante de la
prácticas antidemocráticas del gobierno por parte de los militares, los
empleados públicos, los contratistas, los países en contubernio internacional
con este gobierno, el silencio cómplice y temeroso de muchos de los afectados y
desposeídos, así como de los gobernantes de menor rango y de quienes están
encargados de administrar justicia y vigilar por la seguridad del ciudadano,
han traído como consecuencia que nos encontremos rodeados de un claque enorme
que puede ser manejada por las necesidades que se les han creado y las listas
que han engrosado como solicitantes de favores, prebendas, viviendas, ayudas y
derechos adquiridos por virtud de las dádivas de las misiones y otras
modalidades. La actividad frenética de las últimas horas del día de la
votación, arrastrando votantes reticentes en transportes privados, militares y
públicos, gestionados por el gobierno en nombre del partido oficialista y
plasmados en esa actividad de última hora agilizada por la vaselina militar y
el dinero, que llamaron “Remate y Arrastre”, es la mejor demostración de la
utilización de los interminables fondos y recursos del estado y del abuso autoritario
del ciudadano.
Se acabó, si vamos a jugar el
juego de las elecciones, como lo hemos decidido, pues juguémoslo y no nos
quejemos más. Conocemos el adversario y sabemos de sus trampas y marramuncias,
pero si queremos algún día ganar y cambiar la nación, juguemos nosotros limpiamente,
con constancia y dedicación. Nuestro mensaje tiene que ser, todo el tiempo y en
cada momento: nuestro juego es limpio, claro, directo e incluyente. Debemos
hacer sentir a los venezolanos que el respeto, la equidad y la aceptación, son
valores en demanda y no en desuso.