Sembrar el voto
(Artículo de opinión
publicado en la página 8 del diario El Nacional, el viernes 28 de septiembre de
2012)
Es evidente que la onda política
ha cambiado. Capriles tiene la calle. No tiene todo el pueblo votante masivo de
los barrios, pero casi, para allá va. Hay todavía mucho voto duro y
comprometido con el actual gobierno. Eso es lógico, aunque sea difícil de comprender.
¿Cómo es posible que viendo lo
que ven, viviendo lo que viven, oyendo lo que oyen y sufriendo lo que sufren,
sigan votando por el gobierno?
¿Cómo es posible que sigan
manteniendo la expectativa de cambio por parte de un gobierno que se llena la
boca con frases optimistas, altisonantes y esperanzadoras pero sin
consecuencias positivas y útiles para quienes viven en desgracia y pobreza, y
palabras amenazantes, intimidantes, insultantes y descalificadoras para quienes
osan alimentar esperanzas más factibles e inmediatas y transmiten a la gente la
necesidad del cambio, de la verdadera renovación, de terminar esa ola
avasallante de personalismo, anulación y anomia que ha intensificado la
ineficiencia burocrática, ha disminuido a niveles ínfimos las credibilidad en
las instituciones básicas del estado, ha permitido un vergonzoso incremento en
la corrupción y ha generado la más grande inseguridad y desconfianza que jamás
se había vivido en nuestro país?
En Venezuela,
lamentablemente, nos acostumbramos a
vivir de una casi exclusiva fuente de riqueza. Ya el Dr. Uslar Pietri nos lo
había advertido, que debíamos sembrar el petróleo; que teníamos que
desarrollarnos económicamente para no depender del petróleo, pues depender de
una sola fuente de riqueza es peligroso, ya que no se estimula la inversión, nos
resta creatividad y nos hace rentistas. Hoy día, en vez de haber mejorado hemos
caído más dramáticamente en esa dependencia exclusiva, con el agravante de que
la hemos extendido a la política y tenemos ya catorce años que nos vienen
diciendo de forma incansable, machacante, reiterativa y fastidiosa, que sólo
debe haber un candidato a la presidencia de la República, que sólo puede haber
una ideología, una actitud y un pensamiento.
Por eso, con desespero me
pregunto por enésima vez: ¿Por qué no hemos sembrado el petróleo?
Razones de más tenemos para
cambiar de gobernantes y poner nuestras esperanzas en personas que sí entienden
que hay que gobernar para los demás, crear riqueza, estimular la creatividad y
la eficiencia laboral, proteger al desvalido, cuidar y aliviar al que sufre,
proveer seguridad y acceso equitativo a la justicia, mantener la viabilidad y
productividad de nuestras industrias, vías de comunicación, producción de
alimentos, protección del medio ambiente y reordenar las fuerzas armadas y
policiales para que sus funciones no caigan en el manejo manipulativo del
gobierno para controlar a los ciudadanos.
Hay que “sembrar”
el voto. No debe seguir pasando lo que nos ha sucedido con el petróleo.