Indecisos
(Artículo de opinión
publicado en la página 10 del diario El Nacional, el viernes 3 de agosto de
2012)
El gobierno
en este país dice y hace cosas que no se corresponden con las realidades, con
las expectativas que generan ni con los principios que dicen defender. Se
llenan la boca con la constitución y el que no la soslaya o la tuerce, la
interpreta a su manera. Se inflaman de ira con las injusticias y juran la
independencia de los poderes y la autonomía de los jueces, pero terminan
diciéndoles lo que tienen que hacer y demandando, de la solidaridad partidista,
de la identificación ideológica y del salario, la sumisión al jefe.
El candidato de la oposición
debe evitar comportarse así cuando dice, por ejemplo, que devolverá lo
expropiado. Tendrá que, primero, preguntar si los despojados desean que les
devuelvan el bien como está o que les paguen y, segundo, elaborar leyes que le
permitan al estado reversar tales actos.
También hay incongruencias en
las elecciones. Políticos y CNE, todos juntos tratan de llevarnos a unos discusión
donde al menos dos de las premisas son manipulaciones.
La primera es si el voto es
secreto, que es casi irrelevante, pero la premisa distrae de otras decisiones
posibles del individuo, como cuestionar el REP o no votar, por ejemplo.
La segunda, es que hay indecisos,
que son quienes decidirán el ganador. Mentira, aquí no hay indecisos. Eso se
acabó. Hay quienes no se atreven a decirlo y hay a quienes les conviene que sus
relaciones sigan pensando que no saben por quién votar.
En la era de las comunicaciones instantáneas,
de los videos de denuncia, de las campañas publicitarias inmediatas, de las
cadenas, del domino de los medios de comunicación, del dinero en abundancia, de
los regalos electorales y de otras formas de comprar votos, ya no hay
indecisos. Aquí, todos sabemos por quién no vamos a votar y todos sabemos si lo
podemos decir o no y que repercusión tendría si se supiera. Algunos de los
llamados indecisos, están a la espera del signo divino esclarecedor que les
indique que ya pueden dejar de ser indecisos públicamente y sumarse a los
decididos. Otros seguirán encaletados y jamás se sabrá por quién votaron.
A los chavistas no hay que
conquistarlos, ellos se han cambiado solitos. El instinto de supervivencia les
anuncia el porvenir de desgaste y desilusión que ya vienen sintiendo.
Las encuestas no pueden estar
reflejando las realidades que todos palpamos cuando presentan esas cifras de
goma para los indecisos. El pulso de las elecciones se toma no en los números sino
en el espíritu de la gente. Estamos, casi todos, hartos, desilusionados y
disgustados. Aquí no hay indecisos. Esas encuestas hay que leerlas de otra
manera.
El cambio de gobierno viene y
debemos llamar al pan, pan, y al vino, vino. Este gobierno no sirve y eso lo
sabemos casi todos y ese “casi” son muchos, son demasiados para que hayan indiferentes
e indecisos.