El “ocho” acostado
(Artículo de opinión
publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 25 de mayo de 2012)
El símbolo escogido para
representar lo infinito es “∞”. Por extensión literaria interpretamos que lo
infinito, además de serlo, es también eterno y como tal lo asumimos.
Sabemos qué quiere decir que
algo es eterno o se eterniza, o que una determinada situación no se resuelva y sea
objeto de enorme numero de planes y propuestas de posibles soluciones que, por
variadas, múltiples o inmenso numero de consultas, al final no resuelvan el problema
y continúe sin solución. Acercándose cada vez más a los dos círculos pegados
que representan al ocho tumbado: girando sin final en un circuito de soluciones
inalcanzables.
Quiero proponer que además de
las ocho estrellas de nuestra bandera (por las que se reclamó recientemente a
la FIA, cuando ganó Pastor y el pueblo descubrió y vibró con ese deporte
popular y de fácil acceso que es la Fórmula 1 y, por cierto, no reclamamos que
pusieron la bandera cabeza abajo), se coloque en el medio, debajo del arco
formado por las estrellas, el símbolo del infinito, el ocho acostado. Quedaría
precioso, muy llamativo, muy estético, original y rompería un esquema más en la
vida de los venezolanos, complementando el valor ético de nuestros símbolos.
Posteriormente, y previo aporte económico de PDVSA, se construirían múltiples
circuitos en forma de ocho, para carting, motos y carros de carrera de las
distintas fórmulas. Seríamos inmediatamente reconocidos como un país único,
eterno e infinito.
Sí, así es. Eterno e infinito.
Todo aquí es así.
En los oídos de los venezolanos han
resonado por 76 años las proféticas e inútiles palabras de aquel hombre sabio
que dijo que debíamos sembrar el petróleo, y los esfuerzos de aquellos que tanto
lo intentaron, con las becas Ayacucho, los préstamos educacionales, el fomento
de la inversión, los paquetes económicos y tantas otras decisiones buenas pero
de mal final.
Seguimos igual y ahora peor. El
petróleo venezolano pierde valor y mercados. Países tradicionalmente clientes
ahora lo serán menos, porque han descubierto que poseen gran cantidad de lutitas
de petróleo extraíbles y procesables, que jamás soñaron que tendrían. Tendremos
ahora que producir Torio y espero que no nos pase lo mismo que con el oro
negro.
La eternización infinita de los
problemas no se queda allí, como el problema de las cárceles y las promesas y
soluciones que se han propuesto y ninguna cuaja. Por el momento, el bálsamo es mover
los presos a prisiones ya sobrecargadas y generar así más agresividad y
violencia, que es el resultado natural del hacinamiento extremo.
También el oficialismo quiere
eternizarse…
Fallan los alimentos, el agro, los
repuestos de todo tipo, la seguridad, las medicinas, las escuelas, la atención
médica y los hospitales. ¿Qué más puedo nombrar sin llorar y seguir quejándome
eternamente, hasta el infinito?