El comentario obligado
(Artículo de opinión
publicado en la página 7 del diario El Nacional, el viernes 2 de marzo de 2012)
Las tensiones que vivimos los
venezolanos son de alto calibre. Es así, que por la angustia y la incertidumbre
dejamos de ser originales y creativos en nuestras conversaciones.
Hace pocos día, tres semanas
apenas, el tema era las primarias de la oposición. Enseguida tomaron
preeminencia la decisión del juez Carrasquero, el listo, que quería una lista
de votantes, y la de la Sra. Albanes, la veloz, que no lo permitió. El pleito
sigue, habrá que pagar al menos una multa.
Posteriormente, regresaron las
conjeturas sobre la salud del único mandatario de Venezuela, aunque, esta vez, la
información vino del propio paciente. Hoy, ya está operado y seguimos sin
información adecuada. Nos tratan como a niños y nos temen tanto, que se
entrampan ellos con los secretos a voces del padecimiento del protomesías
caribeño.
Un parte médico que suena
específico y no lo es, que está redactado como un parte de guerra para que los
enemigos no sepan donde están las fuerzas y que no añade nueva información a la
que ya teníamos: un tumor, no sabemos de qué tipo, en la pelvis, sin decir de
qué tejido, que los cirujanos no lesionaron órganos aledaños –¡Gracias a Dios!–
y que ya sabrán ellos más por el estudio histopatológico.
Veremos en el futuro que nos
dicen a los demás, aunque dudo que lo hagan, pues si entre ellos, que se supone
que se entienden, no se dicen las verdades por temor a que la oposición las
conozca y que los oficialistas se desmoronen o al menos se desanimen más de lo
que están, más incertidumbre se creará en todos los venezolanos. Eso será muy
bueno para la popularidad del personaje, pero no lo será tanto entre sus
seguidores y sus deseos íntimos de seguir apoyando un equipo de gobierno
taimado y trapacero.
No se puede evitar comentar
sobre la salud del Presidente y su altísima motivación a ser tratado en Cuba y
no aquí y a su entusiasmo por salir adelante y superar ese escollo de salud tan
evidente y tan desconocido. Si se cura será un
triunfo de la medicina cubana y del entusiasmo y energía del paciente,
si no se cura, será porque Dios lo quería a su lado. Pero en ambos casos, el
pueblo, que somos todos, angustiados e inseguros, con sentimientos de devoción
y conmiseración, hartos, tristes y agotados por verlo enfermo y sufriendo,
decidirá no recargarlo más con la extenuante labor de hablar y hablar en
cadenas, mandar y mandar sin descanso y dar golpes de timón y bandazos detrás
de cada ola y frente a cada escollo.
Por supuesto, también nos
preocupa la campaña electoral, pues si no está él en la palestra, la cosa va a
ser un fastidio. Esa campaña electoral así, no la salva nadie, ni los
humoristas. La gente irá a votar como quien va a un entierro de un conocido de
poca intimidad, a oír los chistes. Lo único seguro será, por disciplina y
firmeza, que al menos votarán 3.079.284 personas.