Epifanía
(Artículo de opinión
publicado en la página 6 del diario El Nacional, el viernes 6 de enero de 2012)
A principio
de año acostumbro reflexionar y escribir sobre como percibo el año que
comienza, lo hago lleno de optimismo y fantasía pues la vida es así: esperanza
e ilusión. El optimismo nos puede llevar hasta el delirio, pero el pesimismo,
las quejas y la nostalgia nos pueden volver melancólicos y amargados. Me gusta sentirme lleno de esperanza. Rechazo
las barreras, las calles sin salida, las imposiciones, las luchas perdidas
antes de empezar y sobretodo el miedo al futuro.
Venezuela
no se arreglará jamás volviendo al pasado ni reparando el presente. Tendremos
que hacer una nueva revolución, esta vez de verdad verdad, sin armas ni
militares, sin miramientos ni exclusiones, sin privilegios ni carnets, sin
desprecios, sin imposiciones ideológicas, sin apresuramientos electorales y
respetando a nuestros conciudadanos y aquello que nos pertenece a todos.
Ocupándonos de nuestras necesidades de salud, justicia, educación, previsión
social, transporte público, seguridad ambiental en todos sus aspectos y
estimulando la participación electoral en todos los ámbitos.
No podemos
seguir tolerando gobernantes especiales que se sientan ungidos de privilegios
únicos, manejen el Estado como su hacienda, pretendan saber todo de todo y se
sientan amenazados y perseguidos. No podemos seguir tolerando que quienes
detentan el poder por designación sean más poderosos que quienes lo detentan
por elección. No debemos continuar aceptando que nuestros diputados sean
dejados de lado, no tomados en cuenta y sustituidos en sus responsabilidades por
la decretomanía legal que emane del gobernante de turno. La vergüenza de un
diputado es mil veces más importante para el pueblo que lo eligió que las ideas
mesiánicas de la economía, dominación de la sociedad y destrucción del
capitalismo, que preconiza el gobierno.
Al
pensamiento futurista le añadiría que si alguna vez tuve esperanzas de leyes
que promovieran la amnistía política, ahora no pienso igual. Espero que
apliquemos las leyes administrativas y penales –tenemos muchas y muy variadas–
que se haga con vigor, rigor y respeto, pero que se acaben la manga ancha y la
ley del embudo actuales. Espero que los empleados públicos que utilizan su
cargo para proselitismo electoral e ideológico sean sancionados, despedidos y
no se les permita reingresar al servicio público. Espero también que los medios
de comunicación estadales den cabida a todas las opiniones y no sean usados
como medios de propaganda del oficialismo y su partido.
Finalmente,
espero que el pueblo no perdone a quienes han sometido a los poderes públicos a
sus voluntades, con la consiguiente pérdida de la separación y autonomía que
son su esencia y sancione también a quienes lo permitieron.
Esa es la
epifanía que me ocurre hoy. Eso el lo que ambiciono para el 2012 y después.