Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 15 de abril de 2011

Arrecia el engaño

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 15 de abril de 2011)

En Venezuela hay una nueva clase política inescrupulosa, autoetiquetada de socialista, francamente autocrática, militarista y que además, por sentirse empoderada, maltrata a los venezolanos y explota sus ingenuas y angustiosas esperanzas. Cada vez que lo decimos, algún oficialista pregunta y regaña a la vez, con ceño fruncido y actitud de sabiondo mandamás: “¿Dame un ejemplo, a qué te refieres, qué patraña estás inventando?”

Dos ejemplos bastan: El director de un Colegio en Mérida que informó a principios de marzo de los dos niños infectados con el virus de la gripe AH1N1, fue despedido de su cargo por el Director de la zona educativa, luego de seis años en su cargo. Obviamente que “matar al mensajero”, como suele decirse, no va a resolver el problema de la gripe, pero si tranquiliza el futuro político de algunos, que sistemáticamente quieren lograr una nación con sólo las noticias que ellos desean que sepamos.

El segundo ejemplo es a la vez un show mediático y motivo de una nueva Ley. Hemos visto cómo para paliar la desidia y la incompetencia gubernamental, se han dado en propiedad a damnificados, desposeídos y refugiados, viviendas que todavía no han sido construidas y, para colmo, se les advierte que una vez entregadas las viviendas, la posesión del terreno les será dada al grupo de adjudicatarios constituidos en comunidad. En fin, como dice El Puma: “Dueño de nada…”. Actitud que intenta paliar con promesas por escrito lo que nunca hicieron, o como dice la canción de Chenoa: “…yo te daré lo que no te dí y te trataré como tú pediste de mí.” Pero la canción no dice que todo seguirá igual.

Mi pueblo sigue con esperanza. Es dificilísimo acabar con nuestra voluntad y no lo van a lograr. Seguiremos sin nada y con papeles de propiedad de algo inexistente, que intenta llenar las aspiraciones de quienes lo han perdido todo. Un papel abre la esperanza. Otra desilusión más cerrará los caminos de la paz y el entendimiento y nos hará indignados y furiosos por haber creído alguna vez que ser dueño de nada era mejor que no tener nada.

Acabar con la denuncia y elegir la noticia o crearla es, en sí, una forma de represión que no es aceptable. Acabar con el portador de la noticia equivale a establecer, a través de la intimidación, censura previa de la información. Hoy es el gobierno quien la ordena, mañana será obligación del empresario so pena de cierre, confiscación, expropiación, multa o quien sabe qué.

Es obligación de los gobernantes gobernar con la verdad y para el bien del pueblo. Es injusto no hacerlo así y la desidia, la postergación, el revanchismo, el amedrentamiento y la imposición de una ideología personal, son actos contrarios al respeto y a los derechos de la sociedad y del individuo. Más aún cuando la evidencia de los sucesos apunta al engaño.

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