Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Reflexión en Navidad

(Artículo de opinión publicado en la página 7 del diario El Nacional, el viernes 24 de diciembre de 2010)

No puede pasar el día de hoy, víspera de la Navidad, sin que hablemos de abnegación, generosidad, vocación de servicio y sobre todo sacrificio. Obviamente, no todos vamos a llenar esas expectativas de beatitud que harían de nosotros seres admirables y generadores de inmensa devoción. No buscamos nominaciones ni puestos en el santoral, aunque muchos humanos se lo merecen y seguro que cada vez habrán más hombres y mujeres buenos, de exquisitos sentimientos e inmensa capacidad de sacrificio que merecerán reconocimiento por su dedicación y servicios a la humanidad.

Pero no todo son expectativas de santidad y mesianismo, también debemos darnos cuenta de cómo nos embarramos con lo menos bueno de nosotros mismos. En ese sentido es sano que analicemos, aunque sea en la brevedad de un artículo de periódico, algún ejemplo de los que nos viene sucediendo y lo que nos espera.

En los últimos años hemos sentido cómo se trastocaban los valores del individuo y por ende, de la sociedad. Es un asunto mundial, global, pero muy marcado y terriblemente mortificante en nuestro país. Desde 1998 hemos sido sometidos por el gobierno a una campaña de destrucción y descomposición de nuestros valores fundamentales. Se ha pretendido convencernos de ser racistas, sectarios, egoístas, exclusivistas, maltratadores de pobres y de personas con ideologías disidentes o diversas. Ahora vemos, diez o doce años después, que es lo contrario.

Nunca antes había existido en este país más separación social, ideológica y económica que ahora, Jamás habíamos vivido la exclusión egoísta y sectaria que estamos viviendo hoy día. Tampoco habíamos oído tanta vituperación del disidente, de quien hace oposición y, lo que es más grave, que se usen los medios para minar y quebrantar los principios y valores que han informado nuestra cultura, vida espiritual, sentimientos altruistas y religiosos que compartimos tanto con los padres de la patria, Bolívar entre ellos, como con aquellos venezolanos cuyo ejemplo también ha iluminado nuestra venezolanidad.

El sábado pasado, en la mañana, oí la Radio Nacional de Venezuela en FM, como siempre, buena música clásica. Terminado el concierto vino un programa didáctico en el cual presentaron una fábula que terminaba en que una culebra salvada por una persona, finalmente la mordía en el abdomen y la mataba, lo que se tradujo en la admonición: “Haz el bien, pero mira bien a quién”, parafraseando así, en negativo, un famosísimo refrán universal: “Haz el bien y no mires a quién”. Bastó esta anécdota para comprender de que se trataba y estoy seguro de que el amigo lector se habrá dado cuenta de cual es el hombre nuevo que propone la revolución: aquel que mira a quién le va a hacer el bien. Entendí también, por qué no hay la misma ayuda para todos los damnificados como la ha habido para otros.

Está claro que hay dos clases de venezolanos, aquellos que se oponen o no les gusta el socialismo del siglo XXI ni sus líderes y los demás. Ahora mismo la fuerza y el poder están del lado de la minoría que todavía apoya la supuesta revolución socialista y, por tanto, el gobierno restringe los beneficios y facilidades para quienes le adversan, que es la mayoría. Es obvio que en algún momento eso va a cambiar, espero que para entonces no sea tarde y no hayan aprendido los venezolanos a mirar a quién hacen el bien, porque el daño se revolvería contra quienes hoy lo promueven.

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