Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 6 de agosto de 2010

Incomunicación

(Artículo de opinión publicado en la página 7 del diario El Nacional, el viernes 6 de agosto de 2010)

El domingo pasado, día sereno y familiar, sin alocución presidencial alguna, leí en la prensa que en Arabia Saudita van a prohibir el chateo por teléfonos inteligentes en tiempo real, entre otras razones por considerarlo inmoral.

También leí que el “Mono Jojoy” tenía planeado volarse a Santos en Bogotá el día de la toma de posesión.

Otra noticia fue el aniversario del cierre de 34 emisoras de radio el año pasado en Venezuela.

Y así, como todos los días, hice uso de la información disponible en los medios de difusión. Algunas terribles como el terremoto en Irán, otras tan buenas como las hazañas de nuestros beisbolistas en la liga norteamericana.

Sí, todavía podemos enterarnos de lo que pasa en el mundo y en Venezuela. A pesar de los recortes en el menú de opciones de fuentes de información, como radios y televisoras, seguimos informándonos. Todavía tenemos periódicos, aunque cada vez con menos páginas. Podemos acceder a las noticias por Internet, tanto locales como internacionales. Radio bemba funciona a millón. Es más lo que recibimos de información personalizada, uno a uno, que lo que nos llega por algún otro medio. Los caminos verdes a veces tienen tanto tráfico como las calles de Caracas.

Los chistes y las informaciones catastróficas políticas y sociales, inspiradas en los acontecimientos de la vida diaria de los dirigentes, vuelan por los teléfonos celulares, informando indirectamente de aquello que el gobierno desea ocultar.

Es evidente que las cosas están cambiando.

Cualquier jefe autócrata se cree en la necesidad de filtrar o limitar la información que deben recibir los ciudadanos y también de escogerle a cada quien cómo la va a recibir, si por radio, por televisión, por Internet, por comunicación directa persona a persona o por prensa, radio y televisión oficiales.

Son varios los países que están infectados del virus del absolutismo, la dominación y el control de la información. Prácticamente a ningún jefe le gusta que se sepan las cosas que suceden fuera de su control, pues les hace sentir su propia vulnerabilidad y se refuerzan las opciones de los opositores. Vamos camino de imitar a Arabia Saudita, Irán, Zimbabwe, Cuba y China, por nombrar sólo los que me acuerdo en este momento.

Las cosas se ponen peor cuando la vulnerabilidad se mezcla con la consecución de proyectos impopulares o durante las etapas de disimulo, tergiversación, cortina de humo o desviación clara y rampante de la atención de problemas nucleares de la economía, la política y la estabilidad social.

Así que preparémonos, porque lo que viene es joropo y habrá que bailarlo sin música, de memoria y susurrando. Las limitaciones a la información entre las personas y la desinformación serán tan fuertes como la campaña mediática en pro del oficialismo para las venideras elecciones. El gobierno dejará sin oportunidades de propaganda propia a la oposición al prohibir, como probablemente lo harán, la información y discusión de temas que serán considerados, antipatrióticos, agringados y lesivos a la inspiración política y social de los socialistas del siglo XXI, sea lo que fuere que signifique eso.

Espero que mañana no pase nada en Colombia y que no se repita aquel horrendo atentado del 2002, cuando la toma de posesión de Uribe.

Ojalá que a Santos lo ayuden los ídem, mañana y siempre.

Deseamos lo mejor y la paz para Colombia, que es lo mejor que nos puede pasar a nosotros, ahorita.

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