Poder desnudo
(Artículo de opinión publicado en la página 8 del diario El Nacional, el lunes 12 de julio de 2010)
Bertrand Russell en “El poder en los hombres y en los pueblos”, expuso el concepto del “poder desnudo”, que describió así: “… cuando resulta simplemente del amor al poder de los individuos o los grupos y consigue de sus súbditos solamente la sumisión mediante el miedo y no mediante la cooperación activa.”
Russell afirmó que este nace de “donde han decaído todas las creencias tradicionales, sin que las hayan sustituido otras nuevas, de modo que no existen límites para la ambición personal”.
Tales manifestaciones de poder, que creíamos extintas, tuvieron un auge terrible con Stalin, Hitler, Mao,“Papá Doc” Duvalier, Batista y Fidel Castro, Franco, los Somoza, Pinochet, Videla, “Chapita” Trujillo, Idi Amin Dada, Mugabe y Kim Jong-il.
Vemos con tristeza cómo en aquellas regiones donde se suponían extinguidas tales prácticas arbitrarias y despóticas, todavía persisten y, de forma burda y apoyadas en leyes que son interpretadas al margen del espíritu de las mismas pero con validez literal, arremeten contra las personas que consideran incómodas para los proyectos personalistas totalitarios y para el mantenimiento del orden y control de los ciudadanos en general, que en virtud del principio del apoyo irrestricto y subyugado al jefe y su camarilla gobernante, deben entonces ser la claque que masivamente aplauda y calle ante la ignominia convertida en agresión personal y destrucción del pensamiento libre, original, solidario y democrático.
Mientras meditaba sobre el poder desnudo, el poder revolucionario y otros tipos de poder, leí, el pasado 4 de julio –que junto con el 5, son muy importantes y significativos para quienes, como yo, piensan que la democracia constituye una fuente de energía y la espina dorsal de la convivencia ciudadana– una noticia sobre la alcaldesa de Listvyanka, un pueblo ruso de 1.700 habitantes a orillas del lago Baikal en Siberia, sitio de veraneo en el cual tiene un “resort” el Servicio de Seguridad Federal (FSB), que es la versión actual de la desaparecida KGB.
La alcaldesa Kasakova, fue liberada de la cárcel luego de más de dos años presa y deberá aguardar el juicio que se le sigue por “abuso de su cargo e irregularidades electorales”.
Ni a sus tres hijos (la de 15 años padece de neurofibromatosis), ni a su madre, ni a su novio, les permitieron verla mientras estuvo encarcelada.
La alcaldesa demandó judicialmente al “resort” de marras, porque en una construcción que realizaban sin permiso de la alcaldía, dañaron la tubería de agua caliente que es la fuente de calefacción de todo el pueblo durante el crudo invierno y no acataban las normas de seguridad local; la respuesta judicial fue apresar a la alcaldesa.
Además, pusieron 25 policías a investigarla en todos los aspectos de su vida y negocios, otros policías enmascarados allanaron las casas y oficinas de sus asociados, declararon a 250 testigos y llenaron un expediente de 67 piezas.
Trataron de involucrarla en un asunto de corrupción y a su amiga y socia la amenazaron con cárcel y deportación al norte de Siberia, a Gulag, si no afirmaba esa falsedad. No lo hizo.
Esta semana pasada el juez decidió excarcelarla, quizá por la insistencia del periódico New York Times, pero es probable que en el juicio por venir le impongan varios años de cárcel.
Es obvio que el motivo principal fue osar meterse con el Servicio de Seguridad Federal.
¿Qué más podría justificar la saña policial, la demostración de poder desnudo?
