Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 26 de junio de 2009

Políticos temerosos y políticos temibles

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 26 de junio de 2009, con el título: “Temerosos y temibles”)

Es impresionante como algunos políticos son capaces de mimetizarse hasta el punto de terminar pareciéndose a aquellos a quienes se oponen. Es también chocante como otros, para “diferenciarse”, son capaces de recurrir al insulto, la descalificación, la tergiversación, la mentira y el abuso del poder. En esencia, lo que percibimos, es que unos no saben lo que son y los otros no saben lo que quieren.

Cuando una persona sabe lo quiere, por ejemplo, ser político, es útil que conozca sus cualidades y defectos y que posea alguna formulación ideológica con la cual se sienta cómodo y le sirva de armazón para construir su proyecto político y de gobierno. A veces no es así y los golpes de suerte para él, les llevan a las más altas magistraturas políticas, sin haber planteado, ni a sí mismo ni al pueblo, su proyecto político. Afortunadamente, la figura del político exitoso sin base sólida, tiende a desaparecer, como probable resultado práctico del ejercicio de la imperfecta pero común y corriente democracia. En nuestro país no es así y, tristemente, vemos como políticos amados por el pueblo, por su carisma, su presencia oportuna y frecuente y por su aspecto desenfadado y de actitud luchadora, en vez de constituirse en modelos, buscan no diferenciarse mucho. Y cuando llegamos al momento de los valores, principios, ideologías o simplemente de marcar una posición comprometida hasta los huesos, encontramos la vacilación, la huida o el mimetismo camaleónico.

Ejemplos hay muchos, basta ver u oír un noticiero o un programa político, tanto oficialista como de oposición y encontrar noticias de un gobernador que dice al pueblo que él es más socialista que el anterior gobernador o el dirigente que acepta que no hay líderes en la oposición, también el gobernante que dice desear la crítica a sus actos y a su gobierno, pero insulta y descalifica a quien la expresa, o el jefazo político que ante la violencia con matices políticos escurre la responsabilidad culpando a otros.

Cuando a una persona que no sabe lo que quiere, pero la complicidad, el amiguismo o la simple necesidad, le han llevado a posiciones políticas que jamás ambicionó, es criticado o cuestionado y hasta se han puesto en duda sus capacidades, es probable que reaccione tratando de mantener su aparente éxito político, aunque sea un inmenso fracaso gerencial. Esas reacciones suelen ser: el disimulo, la mentira, culpar a otros de los errores y fracasos, la tergiversación y si se encuentra en algún escalón gubernamental, puede llegar al abuso del poder, utilizándolo como ariete, como palanca torcedora de la voluntad del oponente.

Como ciudadano comprometido con el bienestar del pueblo, quiero pedir a los políticos descritos en este artículo, que, por favor, cambien. Necesitamos guías y gerentes públicos adecuados, servidores públicos tanto en el gobierno como en la oposición, tanto en el comercio como en la industria, tanto en la vida seglar como en la clerical. Los ciudadanos pretendemos que nuestros líderes sean autónomos e independientes, no deseamos semejanzas ni parecidos, no queremos copias ni concursos de quien es más o menos que otro. Aceptamos que quienes sean elegidos por el pueblo guíen y gerencien a la nación, pero no estamos dispuestos a que nos subyuguen, silencien y anulen políticamente como disidentes o como gobernantes. La tolerancia es la regla aseguir. La imposición es inaceptable.

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