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martes, 30 de junio de 2009

Actualidad al 29.06.2009 – Honduras superficiales

Como casi todos los ciudadanos del mundo, he estado pendiente de las noticias acerca del golpe militar sucedido en Honduras.

Los hechos han sido presentados muy escuetamente pero de manera contundente: El Presidente de La República de Honduras fue trasladado a la fuerza, por los militares hondureños, a Costa Rica, luego de haber firmado su renuncia al cargo. Según el orden sucesoral constitucional el Presidente del Congreso deberá asumir la Presidencia del país hasta enero del 2010, cuando un nuevo Presidente, electo en las elecciones de noviembre del 2009, asumirá sus funciones constitucionales.

Nadie se atreve a disentir de que ese atropello al gobierno legítimamente establecido es una barbaridad. Todos lo gobiernos del mundo han rechazado el golpe. Algunos, como el del Presidente Chávez, han propuesto incluso ir a la guerra para restituir el gobierno del Presidente Zelaya.

En situaciones como esas es cuando se ven las costuras a los trajes.

Las apariencias engañan, es lo primero que me viene a la mente. La tergiversación de los hechos y la manipulación de la verdad, es mi segundo pensamiento. El “déjà vu” es la sensación que he tenido todo el día.

Desde luego que detener la supuesta consulta pública era una necesidad. En el caso de no haberla detenido, que era igual a ir en contra de la Constitución, el Congreso Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia, y que hubiese llegado a darse la consulta, los resultados de la macro encuesta planteada hubiesen sido imposibles de manejar excepto por los organizadores y estos, obviamente, tenían su agenda oculta.

El manejo de la referida consulta pública se hizo imposible desde el punto de vista legal pues el Congreso, recientemente, emitió una ley de consultas electorales que exige que dentro de los 180 días anteriores o posteriores a un proceso eleccionario no se pueden hacer consultas electorales.

La pregunta de la encuesta era: “¿Está usted de acuerdo que en las elecciones generales de noviembre de 2009 se instale una cuarta urna para decidir sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que apruebe una nueva constitución política?” Se refiere a que habían ya tres urnas electorales dispuestas para el 29 de noviembre de 2009: la Presidencial, la legislativa para la elección de diputados y la municipal.

La sensación que tengo es que en Honduras el que menos puja, puja una lombriz. Y que unos pretenden engañar a los otros y los otros madrugar a los unos. Una verdadera lucha de poderes en la que lo cierto y doloroso es que el pueblo paga los embates arteros y manipulativos de los políticos.

No se, ni puedo saberlo, cómo se podría haber resuelto de otra forma ese problema, que además obedece a una estrategia bien planificada en la cual hasta la posibilidad de un levantamiento militar ya estaba considerada. Al menos así lo expresó el Presidente Zelaya hace pocos días. El sabía muy claramente a lo que se exponía y expuso a su mandato y a su pueblo a vivir lo que hoy están viviendo.

Pienso que resolver los problemas políticos de una nación tumbando al jefe elegido democráticamente en elecciones libres, no es adecuado, ni respetable, ni justo. Aunque sea efectiva la medida, la considero inaceptable. Puedo entender todos los aspectos angustiosos y negativos de la actitud del Presidente Zelaya y creo, firmemente, que el Congreso Hondureño y el Tribunal Supremo de Justicia debieron actuar de forma diferente, sin interrumpir a la fuerza la continuidad democrática de ese país. De los militares, sin ánimo de ofenderlos, es difícil esperar otra cosa que obedecer órdenes, aunque sean contradictorias, absurdas o injustas, toda vez que las armas son la razón de la sin razón y la apreciación de si una orden es o no Constitucional es un análisis que desborda sus atribuciones y, por qué no decirlo, sus capacidades. Sin embargo, el jefe militar hondureño en un primer acto, se negó a repartir y custodiar la encuesta por no estar aprobada por el Congreso y por considerarla inconstitucional. En el segundo acto saca al Presidente del país. En el tercer acto, guarda silencio sepulcral y muy bajo perfil.

También pienso que la actitud del Presidente Chávez al condenar el golpe de estado en Honduras es muy valiente y decidida, pero su propuesta militarista y belicosa de buscar así el retorno de Zelaya es, cuando menos, inaceptable. Aviados estaremos si salimos de Bush, el policía del mundo, para entrar en Chávez, el llanero vengativo.

La historia se repite, a los manejos dolosos, inescrupulosos y manipuladores de los gobernantes, les salen opositores y cómplices de todo tipo. El drama es tenebroso por igual, para unos y para otros. Pérdida por todos lados. El entusiasmo por la novedad que acompaña a la creatividad política mal intencionada, suele ser aplastado por la realidad cruda que representan los pueblos en desgracia al saberse expuestos al dedo inclemente de un autócrata y a la mínima o nula posibilidad de expresarse y, por tanto, quejarse. En el caso de Honduras, sus políticos en ejercicio parece ser que se dieron cuenta a tiempo de la trampa que se estaba tendiendo al pueblo bajo el manto incuestionable de la consulta democrática popular. Lograron descubrir y describir los manejos inadecuados y hasta dolosos derivados del abuso presidencial y apoyados en las leyes y los criterios ya establecidos por los poderes públicos, decidieron actuar, sancionando con la destitución al mandatario desbocado.

El problema es que lo hicieron a las patadas, con las botas puestas, como querían los estrategas del engaño del siglo XXI, que lo hiciesen y cayeron en la trampa. Ahora va a ser difícil que las cosas salgan bien. La dosis de firmeza, dureza, constancia y la capacidad de restearse del nuevo gobierno hondureño deberá ser muy alta y constante. Los embates del mundo exterior, liderados por esos expertos sopladores de carbones encendidos, van a ser muy fuertes y seguidos.

A muy poca gente le interesa el pueblo hondureño. A más de las nueve décimas partes de la humanidad le importa nada quien manda en Honduras ni cómo lo hace. Honduras, gracias a los medios de comunicación modernos, es un capítulo más en una serie de televisión sobre las entretenidas desgracias de la humanidad. Ponerla en un primer plano de exposición pública, es interés de alguien por algo en particular. Pareciera una pieza más en un juego de ajedrez maligno.

Para los jefes que modelaron los sucesos de Honduras, lo importante era el caos mediático y lo consiguieron. Para los hondureños inmersos en el problema que suponía la artera utilización de medios ingenuamente democráticos, como la consulta popular, para lograr aspiraciones reeleccionistas y autoritarias, la salida podía haber sido otra, más elegante y con variables mejor controladas que la que escogieron. Generalmente, las leyes, adecuada y sutilmente torcidas, brindan los apoyos más claros y evidentes a las marramuncias de los gobernantes y no se hace necesario el uso de la fuerza bruta, descarnada y burda.

Total un pastel de manipulaciones y manipulados y, como comentaba antes, río revuelto. ¿Quiénes serán los pescadores gananciosos?

Muy superficial resultó la manera de resolver la profunda crisis hondureña.

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