Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 12 de junio de 2009

Informar con temor

(Artículo de opinión publicado en la página 11 del diario El Nacional, el viernes 12 de junio de 2009)

En los últimos meses he percibido cómo ha disminuido el flujo de información al que normalmente tengo acceso, no sólo ha mermado la información recogida por los caminos verdes o la que llega a mi correo electrónico, también la de prensa, radio y televisión.

El río no suena, aunque es evidente que piedras trae.

Los aspectos más personales e íntimos, magullados por la arremetida política gubernamental de los cuatro últimos meses, han sido menos considerados como información que los números, la casuística financiera y los sucesos, tremebundos o no. Es decir, se le está dando más importancia a los reales y a las cosas que a las personas. Sabemos más de las caídas de producción y de cuanto se va a ahorrar el estado y PDVSA, que de las angustias, el hambre y el gris porvenir de la gente de la costa oriental del Lago, de los obreros cesantes en Bolívar o de la expectativa aterrorizante de las familias de los dirigentes sindicales activos. Por supuesto, que de la nueva riqueza de fulano o de la súbita fortuna de mengano, sabemos menos.

No es extraño que tenga esa percepción, siempre estoy pendiente de por donde vienen los tiros, como suele decirse, y trato de escuchar con detenimiento el ruido del río. Supongo que los asesores de seguridad del gobierno estarán en la misma disposición y con la misma ansiosa percepción, tratando de buscar y escuchar, para saber.

¿Qué pasa, qué sucede, porqué tanto silencio que aturde?

Algo está pasando; algo innombrable, inasible e indescriptible está en el ambiente. Lo se por que no lo siento suceder. El silencio es sepulcral. No hay “bolas” de nada.

Es una situación compleja. Quienes tenemos paciencia, esperamos sentados, atentos a los ruidos, oteando el horizonte. Los impacientes se precipitan; no soportan la angustia, menean la mata a ver si alguien o algo, cae. Si nada sucede inventan algo, de esa manera confían en destapar las ollas y ver los guisos burbujeantes llenos de noticias frescas y peligros por conjurar.

La verdad es que, en Venezuela, gústenos o no, se está informando con temor y algunos tienen temor de informar. Se está informando menos. El temor está justificadísimo por todos los acontecimientos que hemos vivido desde hace diez años, incluyendo el cierre de RCTV y la maniática amenaza y persecución a Globovisión. Lo que no se justifica, aunque se explique de mil maneras, es que un gentilicio tan devoto de las libertades individuales y colectivas, que ha luchado tanto por ellas, tenga que vivir restricciones en la información a la que tiene acceso, porque quienes deben divulgarla, temen hacerlo, mientras, todavía, pueden hacerlo.

El miedo es válido, lo que no es aceptable, es sucumbir ante él. Aceptemos nuestro temor como una reacción natural y adecuada ante la represión y la limitación de las libertades y derechos que nos corresponden. Pero temblando de miedo o con temor inmenso, no nos paralicemos ni cambiemos el foco de nuestro interés. El ciudadano es lo primero, su bienestar es primordial, su defensa es nuestra obligación, apoyarles es un acto de fe en Venezuela y para poderlo hacer, debemos estar todos unidos y dispuestos a los sacrificios que exigirán la patria y la libertad. Roguemos al Todo Poderoso, que sigan habiendo periodistas que nos informen, aún con temor, y que no teman informar. Necesitamos información. No suposiciones.

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