Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 1 de mayo de 2009

Primero de mayo

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 1º de mayo de 2009)

Tal día como hoy, en 1967 Elvis Presley se casó con Priscilla, en 1961 Fidel Castro anunció que no habrían más elecciones en Cuba, en 1952 la TWA introdujo la “clase turista” en sus aviones, en 1931 se inauguró el Empire State, en 1869 abrió sus puertas el Folies Bergère en París, en 1844 Morse envió su primer mensaje telegráfico, en 1840 se emitió en Inglaterra la primera estampilla postal con pegamento, las llamadas “Penny Blacks”, en 1682 Luis XIV inauguró el observatorio de París, en 1006 se vio en casi todo el mundo una estrella supernova, la más brillante vista jamás y en 305, Diocleciano y Maximiano renunciaron a seguir de Emperadores Romanos.

Estos son algunos de los eventos sucedidos este día a lo largo de la historia conocida de la humanidad. Seguro que habrán muchos más, pero como debía escoger eventos para celebrar y conmemorar hoy, me decidí por ellos y uno en particular: la renuncia de Diocleciano y su socio militar Maximiano.

Diocleciano fue un reformador nefasto que aceleró la decadencia del Imperio. Estimuló y apoyo a las antiguas religiones romanas y fue implacable perseguidor de los cristianos. Incrementó exageradamente el gasto militar y aumentó y dividió el ejercito, que llegó a casi 400.000 soldados en 60 legiones y lo hizo independiente de los gobernadores civiles. Impuso el cargo hereditario de soldado y exigió a las comunidades llenar una cuota obligada de reclutas. Elevó tanto el numero de empleados públicos, que llegó a haber más empleados públicos que quienes podían pagar los impuestos para mantener tanta burocracia, lo cual trajo como consecuencia altísima inflación y terrible crisis socioeconómica, que intentó controlar acuñando más monedas, pero eso aumentó la inflación.

En 301, promulgó el edicto de precios máximos, en el cual se listaban alimentos y artículos de comercio y se les fijaba un precio máximo de venta al público. Que tampoco resultó, por las razones que hoy en día conocemos: contrabando, estraperlo y escasez por desestímulo a la producción. A pesar del fracaso del edicto, lo mantuvo y trató de completarlo con aumentos en los impuestos y en la manera de cobrarlos, efectuando censos de población, catastro de tierras y revisiones fiscales. A los morosos o incapaces de pagar sus impuestos, les exigió trabajar como servidores públicos. También estableció, bajo el nombre de tetrarquía, el gobierno del Imperio dividido en cuatro grandes provincias, dos bajo el gobierno de césares y dos bajo el gobierno de augustos, que durarían en sus cargos hasta veinte años y serían luego sustituidos los augustos por césares y se nombrarían nuevos césares. Finalmente, renunció y se retiró, dejando a otros el zaperoco imperial.

Hoy, en Venezuela, tenemos poco que conmemorar. Cuando la mayoría de los países celebran con alegría los logros de los trabajadores, la bendición del voto, la transparencia de las elecciones, la labor gremial y solidaria de los sindicatos, la resistencia al abuso y el estímulo al mejoramiento personal y grupal, nosotros lamentamos los controles excesivos de la economía. la decadencia cultural y social, el dispendio armamentista, el abuso gubernamental, la reorganización territorial y del poder y el desprecio por el voto, la constitución y las leyes.

En el día del trabajador sólo vemos poco trabajo, insuficiente remuneración y desprecio por el individuo a costa del poder sin límites de unos pocos.

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Médico psiquiatra en ejercicio