¿Qué nos pasa?
(Artículo de opinión publicado en la página 11 del diario El Nacional, el viernes 6 de marzo de 2009)
Si socialismo del siglo XXI quiere decir: intolerancia, chabacanería, exclusión, complicidad, maltrato, descalificación, pensar que sólo Chávez es el que sabe, el que tiene, el que puede y el que debe hacer, que todos quienes no están con él, incluyendo a Obama, Uribe y Globovisión, son unos equivocados que pretenden guiar a la humanidad a un desfiladero más temible que las Termópilas; entonces, lo que nos espera es un período más opaco y desalentador que el oscurantismo medieval.
Llevamos una larga temporada sin reconocer en muchos venezolanos a ese ser atento, servicial, de buen humor, desinteresado, sociable, bromista y caluroso, que usa epítetos, que para otros son signo de desprecio, como cariñosos sobrenombres para sus seres estimados y queridos: negrita, gordo, catire, musiú, china, y otros que se escapan de mi memoria. Ahora los apelativos se han tornado en descalificadores e insultantes: escuálidos, oligarcas, vende patria, traidor, asesino, magnicida, ladrón, etc.
Aunado a ese desilusionante trato sugerido por el lenguaje y actitud descalificadora y despreciativa, a más de insultante, agresiva y cargada de violencia verbal, que ha preconizado con su ejemplo el presidente Chávez, nos encontramos con que los acólitos del régimen, han incrementado su chabacanería, la jaquetonería y la crítica descalificadora de quienes no estén abiertamente apoyando sus mezquinas e ineficientes actividades administrativas de la cosa pública.
Más chavistas que Chávez.
La mediocridad ha llegado hasta el desencanto, ya casi ni nos quejamos. No sólo se han perdido cerebros que han ido a enfrentar las necesidades de otros países o han huido de la incertidumbre e inseguridad que se respira en Venezuela, también aquí, por falta de estímulos y remuneración adecuados, hay muchos que han cambiado su vocación. Los médicos son muestra de ello.
No hay médicos suficientes para cubrir nuestras necesidades, pero en vez de estudiar el problema y procurar una solución, se les descalifica más y se les aumentan las trabas.
Los médicos venezolanos se van al extranjero porque allá los consideran entusiastas, trabajadores, bien preparados, les ofrecen mejor remuneración y sitios de trabajo adecuados, nadie los amenaza, les permiten ejercer y los respetan.
Los ejecutivos del régimen, en sintonía con el jefe y sus impetuosos discursos y decisiones, se han montado en una ola antijudía, que llega al colmo de limitar la actuación de una de las orquestas que recibe subsidio del Estado y ver con malos ojos su participación en una obra musical universal, originada en la cultura hebrea. Pero, si vas a una fiesta o a una boda, te encontrarás que una de las piezas musicales que más disfrutan los invitados es la canción israelita: "Hava nagila" ("Alegrémonos"). Ese contrasentido habla de lo añadido y descastado que es esa actitud en el venezolano. Aquí nunca hemos sido anti-nada y ahora resulta que los gobernantes quieren que seamos anti-todo.
Pero, si esto llega a peores, ¿cómo van a hacer con el flamante ministro de Relaciones Exteriores, cuyo apellido es de origen judío, como tantos otros?
No estamos claros en lo que nos pasa. Tendrán que seguir pasándonos cosas hasta que tengamos claro que nos hemos dejado naricear, apabullar, burlar y conducir al oscurantismo, del cual, para salir, tendremos que hacer como dice el resto de la canción: "...Uru, uru ajim" ("...Despierta, despierta hermano").