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viernes, 20 de marzo de 2009

¡Captúrenlos!

(Artículo de opinión publicado en la página 11 del diario El Nacional, el viernes 20 de marzo de 2009)

Un tema clave en psicología es el lenguaje y en concreto: la palabra. Aunque la psicología tiene poco que ver con la gramática, sin embargo tiene mucho que ver con el significado de las palabras, su sentido y la oportunidad de su uso. Una palabra puede tener varios significados diferentes pero su uso indicará el sentido en el cual se debe entender.

La mente de los seres humanos suele discriminar muy bien el sentido y significado de cada palabra. Si una persona tiene experiencia en proferir discursos o escribir, podemos suponer que su uso del lenguaje será cada vez más acertado y, por tanto, cada palabra emitida será más exacta en cuanto a su significado que las que podría emitir una persona con menor desarrollo de esas habilidades. Debido a esa especialización, los que escuchamos o leemos a quienes sabemos con autoridad para usar el lenguaje y transmitir su pensamiento, sentimos que en el discurso escuchado o leído vienen insertos conceptos y sentido de los actos descritos que se nos hacen evidentes como información.

Por esas razones, cuando los humanos oímos palabras como, por ejemplo: “preocuparse”, nuestro cerebro tarda en entender que nos quieren decir, hay una sentido vulgarizado del término que nos lleva a entender que se está hablando de “mortificarse” o de padecer con antelación algún suceso que no ha sucedido todavía y ahí, en ese momento, se nos genera angustia, ya que no es posible, en toda lógica, ocuparse de algo que no ha sucedido. Un contrasentido, muy frecuente en nuestro lenguaje coloquial, pero igualmente generador de ansiedad por el conflicto de significado entre las dos palabras que lo componen: “pre” y “ocuparse”.

Con otras palabras sucede que su uso genera una percepción inadecuada del verdadero significado de la palabra. Acción que es muy utilizada por los activistas e ideólogos políticos cuando desacreditan al adversario, generando dudas sobre su probidad e intereses. Un buen ejemplo es la palabra utilizada por el Presidente Chávez el domingo pasado para referirse a los gobernadores y alcaldes que decidieron defender sus parcelas de poder, adquiridas por mandato popular, contra las imposiciones y limitaciones centralistas del gobierno, cuando dijo que daría la orden: “captúrenlos”. Sembrando así en las mentes de los oyentes la idea de que se trata de criminales…

A veces el uso inadecuado de las palabras sirve para justificar lo injustificable o para culpar a otros. Otro ejemplo, del mismo pródigo verbal, también el domingo pasado, cuando para justificar el injustificable retraso en el aumento de la gasolina y la finalización del subsidio de la misma, utiliza el argumento de que ahora si la va a subir por que son los ricos quienes usan la gasolina barata. Mensaje: los ricos son malos y vamos a exprimirlos.

Pero así como se puede generar odio con el uso de algunas palabras, también hay que tomar en cuenta que el cerebro tarda en reconocer, pero al fin lo hace, el contrasentido de lo escuchado. Y lo que se intentó sembrar como odio hacia los que tienen más, se termina entendiendo como lo que en realidad es: un engaño falaz y artero para intentar justificar la incompetencia y la desidia, y para ocultar tras una cortina de humo la dolorosa situación de escasez que se nos avecina por el dispendio descontrolado de este gobierno oligárquico, excluyente, autocrático, explotador del proletariado y cortesano de negociantes inescrupulosos.

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