Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 23 de enero de 2009

Cumpleaños de la democracia

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 23 de enero de 2009)

Hoy cumple años la democracia venezolana. Cincuenta y un años del triunfo de la opinión pública, unida y decidida, sobre la dictadura pérezjimenista.

El despegue del avión presidencial –la vaca sagrada– en la madrugada del 23 de enero de 1958, fue el signo inequívoco y definitivo del fin de la dictadura. De ahí en adelante se abrió en Venezuela un abanico de posibilidades políticas, sociales, económicas y culturales, como no las habíamos visto antes. Regresaron los exiliados, retornaron a la vida civil los presos políticos, desapareció la clandestinidad, se reactivaron los viejos partidos y surgieron otros nuevos. Hubo para todos los gustos y no faltó quien quisiera poner orden, a la fuerza, en el aparente desbarajuste del inicio de la democracia. Levantamientos militares y guerrilleros, se sucedieron unos a otros. Populismo, militarismo y todas las ideologías y tendencias políticas, convivieron en caótica disarmonía y máximo respeto por las instituciones. Hubo elecciones democráticas, alternancia en el poder y polarización política a la hora de la escogencia presidencial y, a la vez, se estimuló el sentido de guardia y custodia de la nación y sus instituciones por parte de militares, congresistas, políticos y ciudadanos.

Desde 1958 Venezuela ha jugado un papel de ejemplo y líder de la interrelación democrática en América. Leyes, acuerdos y cartas de obligación de defensa de las instituciones ciudadanas, se firmaron con apoyo y liderazgo de nuestros presidentes.

El respeto entre las gentes, la igualdad ante la ley y la seguridad personal fueron siempre motivo de especial gestión por parte de los gobiernos. La modernización de las instituciones y el respeto a la propiedad privada, fue la regla.

Pero la corrupción, el compadrazgo, la complicidad y el fraude, no dejaron de existir y de alguna manera se estimuló su práctica y ocultamiento, mermando así las reservas morales que, tiempo atrás, habían desembocado en el 23 de enero de 1958.

Los cambios tenían que venir. Y no vinieron. Pero apareció el chavismo, que se presentó a sí mismo como dirigido al rescate de la ética política venezolana y que ha hecho ofertas que no ha cumplido y pide cada vez más tiempo para establecerse. Como consecuencia, vivimos actualmente los mismos males de las dictaduras, con presos y exiliados políticos, corrupción galopante y autoritarismo extremo, junto con las peores pesadillas de la cuarta república.

El gobernante actual y las instituciones político administrativas y legales del país, se valen de argumentos sofistas, justificando con argucias, tergiversaciones y preguntas que incluyen e inducen la respuesta en su redacción, para no acatar las decisiones del pueblo e imponer a toda costa y contra el sentir de la mayoría, una ilusión: la reelección indefinida. Ilusión que ellos han adoptado como proyecto político, pero que en realidad es un disfraz de intenciones personalistas y teorías políticas desechadas por ineficientes y detractoras del rápido y envolvente progreso de la humanidad.

Cincuenta y un años de la Venezuela moderna, son también el modelo de lo que no se debe hacer ni entonces ni ahora, pero el espíritu de solidaridad, de unión, de respeto y la capacidad de decisión del venezolano, que siempre estará incólume, a pesar de los pesares, se mantendrán para detener con el voto ese juego maligno e insultante de irrespetar la voluntad de los ciudadanos.

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