Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 5 de septiembre de 2008

A puertas cerradas

(Artículo de opinión publicado en la página 11 del diario El Nacional, el viernes 5 de septiembre de 2008)

En estos días pasados se venía propagando por internet y de boca en boca, la información sobre las difíciles circunstancias de la producción de energía eléctrica en el país. Todos, o casi todos, sospechábamos que ocurriría otro apagón de mayores dimensiones que los anteriores. Teníamos noticias de cortes selectivos de electricidad en los estados del centro y del noroeste. Las fotografías y la información sobre el abandono y la falta de mantenimiento y actualización de Planta Centro están en la red. De repente, supimos lo de San Félix, sin electricidad por más de dos días y luego el apagón del lunes en casi todo el país.

A pesar de lo dicho por las cabezas visibles, responsables de la producción de energía eléctrica en el país, todavía no hay suficiente información y la que hay no es convincente, pero sí inquietante.

El gobierno pretende que todo está bien. El Presidente sigue jugando al líder internacional. No le gusta la globalización pero la compra para el chavismo. Agasaja a Correa, viaja a Sudáfrica. Estuvo en el Paraguay y en Honduras. Viaja y viaja. Gasta y gasta. Regala y regala. Emite leyes como arroz y pretende burlarse de todos y en especial de esa Asamblea Nacional que tanto lo quiere y que lo ha tratado con tal cariño y deferencia, que hasta dejaron de cumplir sus obligaciones y traicionaron su razón última de existencia, para complacerlo y hacerlo feliz: dejaron de legislar.

Ahora pretende intimidarnos ofreciéndonos que nos va a meter 26 leyes más y que pedirá una nueva ley habilitante. Más leyes inconsultas e inconstitucionales.

No hay información adecuada y veraz sobre los sucesos y menos aún sobre los posibles eventos, del todo predecibles y absurdamente soslayados por la ineficiencia y desidia gubernamental. Las alcantarillas de las calles tapadas, los charcos enormes, las colas de automóviles, eternas.

Afortunadamente somos un país rico y así como nos sobran dólares para que el Presidente los regale, también nos sobran cocos frescos recién partidos para que el pueblo rellene los huecos en las calles.

La seguridad personal es caótica. La inseguridad jurídica, económica y social es sobrecogedora. La inflación es galopante y la pérdida del poder adquisitivo de la moneda es tan acuciante que ya no hay salario que resista una quincena de consumo básico en una familia.

Pero ahí estamos, llenos de una mezcla de ignorancia e impotencia que nos generan una gran inquietud. Sobretodo cuando nos damos cuenta de que la democracia que tanto nos cacarean está dejando de serlo. El socialismo que preconiza el gobierno es más bien un club de comisionistas inductores de inversiones del estado y una maquinaria destructora de la infraestructura industrial y de producción agrícola y pecuaria.

A puertas cerradas maneja el Presidente el país.

A puertas cerradas se toman las decisiones del gobierno. Ni los poderes ni el pueblo están informados de lo que hay, ni de lo que viene. El gobierno tampoco. El gobierno se entera con el suceso y cuando reacciona es tarde.

Es bueno recordar “que la democracia muere detrás de puertas cerradas”, como sentenció el Juez Keith en los EE.UU., en 2002: “Cuando el gobierno comienza a cerrar puertas, selectivamente controla información que por derecho pertenece al pueblo. La información seleccionada es desinformación.”

Pero seguiremos esperando con paciencia, pues como decía el filósofo Spinoza: “La esperanza es inquietud, ignorancia e impotencia.”

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