Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 25 de julio de 2008

Metras letales

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el viernes 25 de julio de 2008)

Estoy impresionado y conmovido por la muerte del joven Duglas Rojas, que fue asesinado con una metra y todavía no se sabe por quién ni por qué. El gobierno informó que se hizo la planimetría, que allanaron la sede policial y que han efectuado varias acciones que suenan muy legales, juiciosas y hollywoodenses, pero la realidad pura, cruda y simple, es que no han dicho quién fue, con qué disparó la metra y por qué lo hizo.

Mi intención, aparte de expresar mi asombro y mi duelo solidario, es escribir sobre las metras o canicas y de cómo pasaron de juego infantil y objeto de colección, a ser causa de dolor y sufrimiento al ser usadas como proyectiles y segar la vida de un estudiante en una manifestación.

En algún momento de la niñez el número de metras acopiadas es un símbolo de riqueza lúdica, pues de las metras sólo se compran las primeras, las otras se ganan con habilidad y práctica. Regalar a alguien un frasco lleno de metras, venderlas o guardarlas cual precioso tesoro, son actos de madurez infantil llenos de significado, una transición, un salto adelante, el escalón más notorio para el paso a la adolescencia. Junto a las canicas se quedaba la niñez. Ahora, se va la vida.

La humanidad siempre ha usado proyectiles de variadas composiciones, desde piedras para lanzar con la mano o con honda, hasta rayos atómicos capaces de causar daños irreparables y progresivos, pasando por balas de metal, cohetes, granadas, napalm, gases neurotóxicos, bombas en racimo y balines infectados. Pero proyectiles de madera y vidrio es raro que se utilicen, pues los daños que suelen producir o son escasos o son irreparables e indetectables por los rayos X, ya que pueden fracturarse o pulverizarse por efecto del explosivo impulsador, aparte de que tienen poco alcance antes de destruirse por la fricción en el roce con el aire y la deformación propia de la velocidad y del paso por el alma del cañón.

En Venezuela no es nuevo el uso de metras como proyectiles. Han habido otros casos. En marzo de 2004, la víctima fue José Vila, a quien mataron por la espalda con dos canicas disparadas con un chopo y todavía no se sabe quién disparó, si un Guardia Nacional o un manifestante.

Los manuales de instrucción guerrillera preconizan el uso de armas y proyectiles caseros al mismo tiempo que cantan las virtudes exterminadoras de las ametralladoras de mano.

Los ejércitos no consideran ese tipo de proyectiles ya que pueden ser muy ineficaces. Sin embargo, hay pruebas de que los alemanes usaron, al final de la segunda guerra mundial, proyectiles de madera y de vidrio tensado; igual hicieron los japoneses.

Las policías de todo el mundo, hasta donde pude averiguar, no usan canicas de vidrio como proyectiles.

Entonces: ¿Quién disparó esa metra letal?

La respuesta es muy importante para los venezolanos, debemos saber a qué y a quién nos enfrentamos. Quien lo hizo, no sólo convirtió un pasatiempo infantil en un espantoso asesinato, sino que, además, si es policía, trató planificadamente de implicar a los manifestantes y si fue un manifestante, igual de mal, por que estamos hablando de guerrilla urbana armada con armas caseras y de agencias gubernamentales, actuando ambas en la sombra, arteramente y a espaldas del pueblo y procurando la destrucción de la democracia y el derecho a manifestar. Sea quién sea, es terrible pensar que existe alguien capaz de actuar de esa manera.

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