Chávez & Uribe Inc.

(Artículo de opinión publicado en la página 11 del diario El Nacional, el viernes 11 de julio de 2008)

“Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño.” “La suprema excelencia consiste en romper la resistencia del enemigo sin pelear.” Aseveraciones del General Sun Tzu en el siglo IV a.C. en su manual “El Arte de la Guerra”; fuente de inspiración y código de conducta para jefes de todo tipo, militares, gerentes, políticos y empresarios.

El Presidente Uribe permitió y estimuló a sus generales a ejercer la suprema excelencia al lograr el rescate de quince secuestrados por la guerrilla colombiana. Ahora, el estándar mundial para las misiones de rescate no serán las “Special Forces” de otros países, serán las de Colombia.

El éxito conlleva obligaciones, una de ellas es la humildad y otra la perseverancia. La lucha por la paz en Colombia acaba de entrar en una nueva fase, la de no dormirse en los laureles y continuar la ofensiva contra la guerrilla y la inestabilidad política. Seguir rompiendo la resistencia sin pelear.

Hoy se reunen en Coro, Chávez y Uribe; lejos de las pasiones políticas caraqueñas, cerca de una refinería de poderosos petrodólares. De esa entrevista saldrá un acuerdo para el ferrocarril binacional, dirán algo contra el narcotráfico y recomendarán a la Unión Europea un trato más humanitario y respetuoso para los inmigrantes ilegales.

La cortesía y el respeto de Uribe harán coro con las maneras seductoras y la lisura de Chávez. Las sonrisas evocarán mejores tiempos y la seriedad de otras oportunidades nos parecerá ficción cinematográfica.

Nos recordarán los innumerables puntos de coincidencia entre ambas ciudadanías y lo cercanos que se encuentran los dos mandatarios respecto de los problemas más acuciantes del globo terráqueo y de sus países en particular. Concordia absoluta respecto del anacronismo de la guerrilla y su obsolescencia. Apelarán, una vez más, a la magnanimidad de Alfonso Cano y sus comandantes para que liberen a los secuestrados y depongan las armas. Chávez propondrá un terreno neutral, protegido, para garantizar las vidas y derechos de los guerrilleros que decidan acogerse a la promesa de Uribe. Este, agradecido por el gesto, no lo aceptará, pues el regreso a la vida civil y de respeto a los derechos humanos, deberá basarse, necesariamente, en la confianza en el gobierno colombiano, que desea cumplir con su palabra de paz y estabilidad política en Colombia. De otra forma no sirve, no es aceptable.

En resumen, un éxito. Ambos habrán conquistado posiciones similares sin argumentos ni peleas verbales. Así es como debe ser. Nada de esas diatribas e intemperancias del pasado. Ni una sola acusación, ninguna amenaza. Promesa de no intervención y promesa de mantener canales de comunicación.

No recurriré a calibrar la política según las apreciaciones de Maquiavelo. Es demasiado tentador pensar que se trata de astucias y preceptos usados según el interés del momento, como si fuesen fórmulas que justifican cualquier cambio en cualquier momento por cualquier interés que pueda surgir. Prefiero pensar que el Presidente Uribe quiere dejar atrás la rencilla y el desencuentro y apostar por el futuro, actitud que hasta el momento le ha sonreído. También pensaré que el Presidente Chávez, “aliado importante de Colombia”, aceptará “respetar la democracia colombiana y acordarse de que los colombianos eligieron para Presidente a Álvaro Uribe y no eligieron a las FARC”, como dijo Ingrid Betancourt el día de su liberación.

Es que el Arte de la Guerra se basa en el engaño.