Sitio virtual donde se archivan los ensayos periódicos que escribe Álvaro G. Requena, sobre la situación política, social, económica y de salud en Venezuela.

viernes, 2 de mayo de 2008

A lo que hemos llegado

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el 2 de mayo de 2008)

La vida en Venezuela es una montaña rusa. Hoy nos dicen una cosa y mañana dicen lo opuesto. Hoy imponen algo, a los días lo dejan de hacer; se proponen normas y reglamentos que después no se cumplen; nos informan de asuntos que son todo lo contrario; se toman situaciones objetivables y tangibles, como subjetivas y manipuladas.

Los otrora decentes hoy no lo son y quienes fueron luchadores, rebeldes y democráticos, hoy son considerados asalariados sumisos del imperio perpetrador.

Errar es de humanos, pero errar tanto y tan frecuente, sin corregir ni enmendar, es una actitud política autoritaria, desvinculada del ciudadano y obtusamente obstinada.

El gobierno actúa con improvisación y premura; las emociones inútiles como el revanchismo, la envidia y la rabia, les llevan a precipitarse y plantear cuestiones inconclusas, apresuradas y reveladoras del desconocimiento de las realidades que pretenden modificar.

Por años criticamos a los adecos por sectarios. Realmente, nunca supimos con exáctitud, hasta ahora, que era ser sectario y parcializado. Criticamos a los copeyanos por ponerle uniformes a los estudiantes y por no repartir con todos las bondades del poder. Hoy, el rojo es el color oficial y la lista Tascón ha dado paso al PSUV.

Los venezolanos somos ciudadanos irrespetados en demasía, somos objeto de experimentos educativos con teorías inéditas, incompletas y no bien elaboradas, que además persiguen la ideologización política y no la formación para el conocimiento amplio, útil y productivo; estamos sometidos al desprecio de nuestras decisiones y se pretende imponernos aquellos conceptos que rechazamos con nuestros votos en diciembre del 2007; somos víctimas de las mentiras y los montajes urdidos por quienes, supuestamente, representan la justicia y la legalidad.

Las acciones del gobierno al sustituir o asumir la industria privada, han sido un fracaso. Empresa del estado no es igual a empresa privada y no son conceptos intercambiables. No es cuestión de dueños distintos, es cuestión de esencia. Es hora de que el gobierno entienda eso y deje de intentar esos cambios de propiedad tan inútiles.

Terrible ha sido la merma en la producción de alimentos y la desinversión agropecuaria. Al asumir el estado la producción y distribución de alimentos además de la regulación sanitaria y la planificación económica, se paga, se da el vuelto y no tiene dolientes. Cae la producción o no aumenta, se instituye la escasez y se incrementan las importaciones en paralelo al crecimiento de la ploblación y de su poder adquisitivo.

Esta breve e incompleta lista de abusos e inconsistencias, refleja, mas que la incapacidad gubernamental, la inacción de los conciudadanos que inclinan la cabeza o se quejan, pero que no están reaccionando ante la evidente imposición y falta de respeto. Gritar por un dolor no cura el dolor, aunque disminuya momentáneamente la tensión causada por el problema. Quejarse repetidamente alivia, pero la causa del dolor sigue allí; hay que tratar el problema, hay que buscar la manera de impedir el abuso y la falta de respeto. Si quienes representan la justicia y la ley no lo hacen, tendremos que hacerlo los demás por las vías que conozcamos mejor. Las mías son y seguirán siendo: la expresión pública de mis opiniones, la resistencia activa no violenta, la participación activa en la comunidad y el ejercicio a ultranza de mis derechos ciudadanos.

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Caracas, Venezuela
Médico psiquiatra en ejercicio