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viernes, 18 de abril de 2008

Cómo ganar elecciones - II

(Artículo de opinión publicado en la página 9 del diario El Nacional, el 18 de abril de 2008)

Paciencia es virtud poco frecuente y en política menos aún. La premura, el desespero y la improvisación, que suelen ser una constante en la contienda política, traen como consecuencia serias dificultades para mantenerse apegado a las estrategias originales, generándose una serie interminable de ajustes relacionados más con ansiedades e impaciencias, que con exigencias propias de la lucha política y electoral. Por tanto, una importante decisión de los candidatos sería no perder la paciencia y recordar que, después de los sesudos análisis de la situación política y de qué ofrecer al elector, estar allí para cambiar estrategias en lugar de ajustar las tácticas de desarrollo y ejecución de las mismas, es absurdo.

Así se ha escrito una gran parte de nuestra vida política y hoy no sabemos de algunos políticos a que juego están jugando y para cual equipo lo hacen. En ese sentido, Chávez que ha hecho todos los ajustes tácticos que han sido necesarios, desde ocultar, mentir, disimular hasta insultar, burlarse y declarse socialista o lo que sea que quiere ser, ha mantenido, sin embargo, una estrategia constante, perseverante, con seguridad en sí mismo y sin desesperarse. No ha conseguido todo lo que ha querido, pero casi lo logra.

Es básico tener un programa ideológico que ilustre el camino, pero lo importante para el elector es intuir hacia donde le quieren llevar y saber que cuenta con la constancia, perseverancia y compromiso del candidato, que deberá plantear lo que desea hacer y por qué, dando a entender al elector que el compromiso es individual, asumiendo como propias las angustias y necesidades del elector y su comunidad. La sensación del elector debe ser única e individualizada. Los candidatos están ahí por él y para él.

Nótese que hablamos de individuos no de partidos políticos. Los partidos cumplen una función importante en la generación del interés y el contenido político del pensamiento de la sociedad. Son necesarios para aglutinar de manera uniforme y estimulante a aquellos cuyos intereses sociales les inclinan a buscar la aprobación del electorado a su manera de plantear y resolver las necesidades del pueblo. Pero no son los partidos los que deben ir a la búsqueda del elector, son los individuos quienes deben salir a la palestra y los partidos apoyarlos y dotarles de la logística electoral. Hasta hace poco el partido era lo importante, hoy no es así. El partido es un medio facilitador, el individuo es lo importante y su compromiso es la clave de la política actual.

Las personas solemos aglutinarnos porque tenemos una manera común e identificable de hacer las cosas, mas que por razones de tipo filosófico o ideológico, que, aún siendo profundas y muy sentidas, no hablan el lenguaje del diario quehacer. Juntarnos para hacer las cosas y hacerlas, es más efectivo que plantearnos lo que queremos y no saber como hacerlo. Las ideologías políticas radicales, sean del lado que sean, sólo tienen una manera de hacer las cosas: a la fuerza. Los partidos más ideologizados, igual. La fuerza, entraña una cabeza visible con una ideología extremista y una anomia generalizada también extremista, que se excusa en el poder sin respeto para conseguir los fines del partido o del caudillo, que para el caso es casi igual.

El individuo absolutamente responsable que responderá por sus actos a nivel individual es el político que proponemos para ganar elecciones.

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